Ayudaaaa consulta los tratados fronterizos del país del siglo XIX
(19) por faaa aiuda
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emm pablo xd a no c solo vengo por puntos
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En la historia del México independiente, el personaje que no admite controversia, por encima incluso de todos los héroes patrios, es Benito Juárez. No obstante, no puede dejar de llamar la atención el contenido del Tratado McLane-Ocampo de 1859, que cedía una serie de prerrogativas comerciales y militares a Estados Unidos desde Matamoros hasta Mazatlán y a través del istmo de Tehuantepec,1 creando así fronteras interiores. La paradoja histórica del tratado consiste evidentemente en que la figura que simboliza la defensa de la integridad nacional fuera simultáneamente quien signara tal documento. Las justificaciones exculpatorias y, por lo tanto, no académicas, insisten en la coyuntura político-militar, o sea, la imprescindible derrota de los conservadores, que condujo a los liberales a acordar concesiones a Estados Unidos a cambio del reconocimiento oficial del gobierno de Juárez como único gobierno legítimo de la república. En versiones más broncíneas de la historia, se dibuja a un Juárez acosado por Melchor Ocampo, devenido así en intrigante y responsable del tratado que lleva su nombre y en vendepatria. En suma, se trata de un punto ciego en la historia de México del siglo XIX, tema del que es preferible hablar poco porque hace tambalear pedestales de hombres heroicos.2
Nuestro afán no es el de un revisionismo de la hagiografía juarista; tampoco el de proceder a la reconstrucción de los hechos que condujeron a la firma del tratado y menos aún reelaborar la filigrana de la historia político-diplomática. Nos situamos en un terreno totalmente diferente a la controversia entre la historia oficial y sus adversarios. El ámbito en el que ubicamos esta cuestión es el de las representaciones sociales del territorio considerado. Nos apoyamos en la siguiente definición de territorio:
[...] el espacio apropiado, ocupado y dominado por un grupo social en vista de asegurar su reproducción y satisfacer sus necesidades vitales, que son a la vez materiales y simbólicas. Esa apropiación puede ser de carácter utilitario y/o simbólico-expresivo. Aunque en ciertos casos ambas dimensiones pueden separarse, generalmente son indis
ociables y van siempre rajchenberg-héau/la frontera en la comunidad imaginada del siglo XIX juntas. Por eso el territorio comporta simultáneamente una dimensión material y una dimensión cultural. Es la resonancia de la tierra en el hombre, y es a la vez tierra y símbolo, tierra y rito. La apropiación del espacio, sobre todo cuando predomina la dimensión cultural, puede engendrar un sentimiento de pertenencia que adquiere la forma de una relación de esencia afectiva, e incluso amorosa, con el territorio. En este caso el territorio se convierte en un espacio de identidad o, si se prefiere, de identificación, y puede definirse como "una unidad de arraigo constitutiva de identidad" (Giménez y Héau, 2006:3).
espero te sirva