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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Diferencias y similitudes entre la guerra de sucesión y la guerra de la independencia 2
Se dieron, en segundo lugar, porque se mantenía viva la memoria colectiva de
lo sucedido unas generaciones más atrás; y, si bien pudo ser muy diverso, según los
casos, —y variable de unas regiones a otras— el efecto de esa pervivencia en el recuerdo
colectivo, ello no obsta para que las similitudes pudieran salir a la luz, como sucedió
incluso en la propaganda de un bando o del otro (luego volveremos sobre esto).
Se dieron tales convergencias —quizá principalmente— porque, desde el punto de
vista del análisis jurídico, los problemas de sucesión en un Estado monárquico siempre
presentan aspectos comunes, que se repiten, y más cuando se yergue, frente a las
pretensiones dinásticas, una reivindicación colectiva del pueblo de ejercer, en última
instancia, la decisión de conferir la jefatura política o depositar la soberanía; una
reivindicación que si, de algún modo, han sentido todos los pueblos desde que el mundo
es mundo, va perfilándose más, y con matices más marcados, en los siglos recientes,
desde el Renacimiento para acá (lejos de que haya brotado de golpe en el siglo XIX
como algunos parecen sobreentender).
§2.— Diferencias esenciales entre los dos conflictos
Antes de señalar las coincidencias vamos a recalcar las diferencias, sin duda más
importantes (entre otras cosas para deshacer de entrada cualquier malentendido sobre el
alcance del paralelismo que queremos establecer entre ambas contiendas, en lo que tienen
de justificación jurídica).
La guerra de sucesión es, como su propio nombre indica, una lucha en la cual
cada uno de los dos pretendientes al trono aduce, como fundamento principal de su
pretensión, unos derechos sucesorios, un vínculo de herencia por agnación: los borbones
sostienen su mejor derecho por ser el duque de Anjou bisnieto del penúltimo rey de
España, Felipe IV, mientras que su contrincante, el archiduque Carlos, era bisnieto de
un rey anterior (Felipe III); a lo cual contestaban los austriacistas que la línea sucesoria
borbónica estaba bloqueada por los tratados internacionales, con valor de leyes
fundamentales.
En la guerra de la independencia no se va a dar, ni por asomo, pretensión
sucesoria de ningún género por el bando francés, ya que precisamente se tratará de
entronizar una nueva dinastía, cuyo título de legitimidad no procederá de la herencia sino
de la cesión de la corona por Carlos IV y Fernando VII.
La segunda gran diferencia es la siguiente: en la guerra de sucesión los españoles
mayoritariamente abrazaron la causa francesa (que contó con el respaldo de la amplia
masa de los pueblos de Castilla y Navarra, donde sólo hubo una minoría austriacista
—principalmente de nobles y algunos eclesiásticos); por el contrario, en los reinos
orientales de España la mayoría fue antiborbónica: más en Cataluña, menos en Mallorca,
Valencia y Aragón, pero aduciblemente mayoría en los cuatro casos.
En la guerra de la independencia la abrumadora mayoría —rozando casi la
unanimidad— se decantará en todas las regiones por el lado antifrancés —aunque se
produzcan vacilaciones interesadas en algunos casos, o simplemente resignaciones ante
la fuerza prevalente del invasor, en tal o cual fase del conflicto; el sector adicto a la
causa francesa fue numéricamente insignificante (según el bien conocido aserto del
Diferencias y similitudes entre la guerra de sucesión y la guerra de la independencia 3
propio José Bonaparte), aunque en un primerísimo momento —mayo de 1808— contara
con la adhesión (entusiasta o no) de todas las autoridades eclesiásticas, civiles y
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