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De acuerdo con un análisis reciente, 65% de la industria establecida en el país utiliza tecnología rudimentaria, lo cual significa bajos niveles de productividad. Un 28%, conformado básicamente por la industria de la transformación, utiliza tecnología media, en muchos casos obsoleta, lo que como consecuencia la pone en desventaja ante las empresas extranjeras en el contexto de la apertura comercial. Finalmente, solo 9% cuenta con tecnología avanzada, pero este grupo, 92% está compuesto por compañías extranjeras.
Por otra parte, uno de los aspectos centrales de la modernización de empresas está ligado al entrenamiento de los trabajadores. El sector industrial del país, en su mayor parte, no tiene definido un plan permanente de capacitación para el personal, con excepción de las grandes compañías.
Es evidente que para que México compita y tenga una verdadera cultura de la exportación, debe aprender primero. Para ello debe hacer énfasis en la inversión en tecnología y en la capacitación de sus trabajadores. Sin un adecuado manejo de estos factores, la competitividad y el desarrollo del futuro del país estarán en riesgo.
Pablo Buitrón Morales, “Dos factores clave para la competitividad de la industria mexicana en el presente: inversión en tecnología y capacitación”, en Proyecciones, 5 de abril-mayo, 2000.
DEL MODELO EXPORTADOR A LA SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES.
Durante el gobierno del general Porfirio Díaz la economía mexicana se insertó en el mercado internacional como exportadora de materias primas, utilizadas en los países más desarrollados para generar manufacturas.
La minería centrada en productos como la plata, el cobre y el zinc, estaba fuertemente ligada con el exterior, pues casi la totalidad de su producción era enviada a otros países. De forma parecida, la agricultura de exportación, controlada por extensas haciendas, proveía a diversas naciones de azúcar, café, henequén, madera y frutas tropicales. El petróleo y las maderas finas fueron otros de los insumos que eran ofertados en el exterior.
Aunque la industria había empezado a asentarse en el territorio, en el crecimiento económico, el crecimiento económico que experimentó México durante el Porfiriato se fundamentó en la generación de materias primas para ser vendidas en el mercado internacional.
La Revolución Mexicana desarticuló buena parte de la economía heredada del Porfiriato a través de la redacción y puesta en marcha del artículo 27 constitucional, por el cual fue posible la fragmentación de muchas de las haciendas exportadoras y la expropiación del petróleo.
A las transformaciones internas se sumaron los vaivenes en el escenario internacional, sobre todo a raíz de la crisis económica de 1929 que significó una baja de casi 100% de las exportaciones mexicanas.
Los gobiernos posrevolucionarios hicieron de la industrialización uno de sus principales objetivos, pues creían que a partir de ella México lograría desarrollarse. Esto no significó que la exportación de materias primas y productos agrícolas cesara; por el contrario, las políticas gubernamentales hicieron de la agricultura la base de la industria, pues la proveían de las divisas necesarias para importar maquinaria. Sin embargo, las actividades agrícolas dejaron de generar la mayor parte de la riqueza del país y su lugar fue tomado por la industria.
Para apoyar la modernización del país, las autoridades mexicanas pusieron en marcha el modelo
de la industrialización por sustitución de importaciones (ISI) que tenía como objetivo primordial de la producción de bienes de consumo para sustituir los que adquirían del exterior, tales como los alimentos procesados, el vestido, el calzado, los aparatos electrodomésticos, entre otros.
El Estado fue el director del proceso de industrialización al fungir como principal inversionista, pues entre 40 y 50% del gasto público se dedicaba a este renglón; asimismo, controlaba sectores estratégicos de la industria nacional como los ferrocarriles, las carreteras, el petróleo, la generación de energía eléctrica y los servicios de telefonía, además administraba cientos de empresas paraestatales.
Los empresarios mexicanos también tomaron parte en el proceso de industrialización a través de la apertura de nuevas unidades productivas. Para impulsar su labor, los gobiernos en turno les permitieron la compra de maquinaria sin pagar impuestos, les otorgaron créditos y subsidios, además de que
mantuvieron el mercado interno protegido contra la competencia exterior, mediante la imposición de altos aranceles a los productos extranjeros.
El proceso de industrialización impulsado por el Estado transformó la estructura económica de México, al convertir a la industria manufacturera en el principal impulsor del desarrollo económico y de muchas de las transformaciones sociales y culturales.
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Hola amor que hermosa eres vos
Giovannyledezma:
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