Castellano, pregunta formulada por diosannyadan, hace 4 meses

AYUDAA NECESITO LA ADAPTACIÓN TEATRAL DE LOS CAZADORES DE RATAS, el cuento es corto y de Horacio Quiroga, es para hoy ayuda T_T

Respuestas a la pregunta

Contestado por morenorondon
1

Música: Brahms - Klavierstucke Op.76 - 4: Intermezzo

Los cazadores de ratas

OTRAS OBRAS DEL AUTOR

Cuentos de amor, locura y muerte

A la deriva

El alambre de púa

El almohadón de plumas

El infierno artificial

El solitario

La gallina degollada

La miel silvestre

Los bebedores de sangre

Los ojos sombrios

Cuentos de la Selva

Historia de los cachorros cahotí y de los cachorros del hombre

Las medias de los flamencos

La tortuga gigante

Otros Cuentos

Anaconda

De caza

El conductor del rápido

El crimen del otro

El espectro

El hombre muerto

El lobisón

Decálogo del perfecto cuentista

La princesa bizantina

Las moscas

Las rayas

Las voces queridas que ya se han callado

Los cazadores de ratas

Los inmigrantes

Más allá

Para noche de insomnio

Una bofetada*

Una historia inmoral

ESCRITORES URUGUAYOS

Delmira Agustini

Domingo Arena

Eduardo Acevedo Díaz

Eduardo Galeano

Felisberto Hernández

Horacio Quiroga

José Enrique Rodó

Juan Carlos Onetti

Juan José Morosoli

Mario Benedetti

Mario Levrero

LE PUEDE INTERESAR

Cuentos de amor

Cuentos infantiles y juveniles

Cuentos de Navidad

Cuentos de Misterio y Terror

No ficción

Una siesta de invierno, las víboras de cascabel, que dormían extendidas sobre la greda, se arrollaron bruscamente al oír insólito ruido. Como la vista no es su agudeza particular, mantuviéronse inmóviles, mientras prestaban oído.

—Es el ruido que hacían aquéllos... –murmuró la hembra.

—Sí, son voces de hombre; son hombres –afirmó el macho.

Y pasando una por encima de la otra se retiraron veinte metros. Desde allí miraron. Un hombre alto y rubio y una mujer rubia y gruesa se habían acercado y hablaban observando los alrededores. Luego el hombre midió el suelo a grandes pasos, en tanto que la mujer clavaba señales en los extremos de cada recta. Conversaron después, señalándose mutuamente distintos lugares, y por fin se alejaron.

—Van a vivir aquí –dijeron las víboras–. Tendremos que irnos.

En efecto, al día siguiente llegaron los colonos con un hijo de tres años y una carreta en que había catres, cajones, herramientas sueltas y gallinas atadas a la baranda. Instalaron la carpa, y durante semanas trabajaron todo el día. La mujer interrumpíase para cocinar, y el hijo, un osezno blanco, gordo y rubio, ensayaba de un lado a otro su infantil marcha de pato.

Tal fue el esfuerzo de la gente aquella, que al cabo de un mes tenían pozo, gallinero y rancho prontos –aunque a éste faltaban aún las puertas. Después el hombre ausentóse por todo un día, volviendo al siguiente con ocho bueyes, y la chacra comenzó.

Las víboras, entretanto, no se decidían a irse de su paraje natal. Solían llegar hasta la linde del pasto carpido, y desde allí miraban la faena del matrimonio. Un atardecer en que la familia entera había ido a la chacra, las víboras, animadas por el silencio, se aventuraron a cruzar el peligroso páramo y entraron en el rancho. Recorriéronlo con cauta curiosidad, restregando su piel áspera contra las paredes.

Pero allí había ratas; y desde entonces tomaron cariño a la casa. Llegaban todas las tardes hasta el límite del patio y esperaban atentas que aquélla quedara sola. Raras veces tenían esa dicha –y a más, debían precaverse de las gallinas con pollos, cuyos gritos, si las veían, delatarían su presencia.

De este modo, un crepúsculo en que la larga espera habíalas distraído, fueron descubiertas por una gallineta, que después de mantener un rato el pico extendido, huyó a toda ala abierta, gritando. Sus compañeras comprendieron el peligro sin ver, y la imitaron.

El hombre, que volvía del pozo con un balde, se detuvo al oír los gritos. Miró un momento, y dejando el balde en el suelo se encaminó al paraje sospechoso. Al sentir su aproximación, las víboras quisieron huir, pero sólo una tuvo el tiempo necesario, y el colono, halló sólo al macho. El hombre echó una rápida ojeada alrededor buscando un arma y llamó –los ojos fijos en el rollo oscuro:

—¡Hilda! ¡Alcánzame la azada, ligero! ¡Es una serpiente de cascabel!

La mujer corrió y entregó ansiosa la herramienta a su marido. El filo de la azada descargada con terrible fuerza, cercenó totalmente la cabeza.

Tiraron luego lejos, más allá del gallinero, el cuerpo muerto, y la hembra lo halló por casualidad al otro día. Cruzó y recruzó cien veces por encima de él, y se alejó al fin, yendo a instalarse como siempre en la linde del pasto, esperando pacientemente que la casa quedara sola.

La siesta calcinaba el paisaje en silencio; la víbora había cerrado los ojos amodorrada, cuando de pronto se replegó vivamente: acababa de ser descubierta de nuevo por las gallinetas, que quedaron esta vez girando

Novedades

Explicación:

espero que te ayude dame coronita pliss


diosannyadan: Igual te doy coronita, pero necesito volverla obra teatral y nose como hacerlo
Otras preguntas