AYUDA!!
¿Qué enseñanzas elaboramos de la vida de José (hijo de Jacob)?
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la obediencia de José a su padre, su rectitud moral, su valor, su buena conducta en la prisión, su respeto a las autoridades superiores, su humildad al dar gloria a Dios, y el perdón misericordioso que extendió a sus hermanos; el deseo consumidor de todos estos hombres de santificar el nombre de Jehová. Estas características ejemplares sobresalen en la vida de los que anduvieron con Dios durante el largo período de 2.369 años desde la creación de Adán hasta la muerte de José, según se abarca en el libro de Génesis.
La bondad debe hacernos considerados con otros y atentos a sus deseos apropiados. Para ilustrarlo: Jacob (Israel) pidió a su hijo José que ejerciera bondad amorosa para con él y no lo enterrara en Egipto. Aunque aquello requirió transportar el cadáver de Jacob por larga distancia, José y los demás hijos de Jacob “lo llevaron [...] a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva del campo de Macpelá, el campo que Abrahán había comprado para posesión de sepultura a Efrón el hitita, enfrente de Mamré”. (Génesis 47:29; 49:29-31; 50:12, 13.) Considerando este ejemplo, ¿no debe la bondad amorosa movernos a cumplir con los deseos bíblicamente aceptables de un pariente cristiano respecto a sus arreglos de entierro?
Cuando otros nos muestran bondad amorosa, ¿debemos expresarles aprecio o corresponderles de alguna manera? Por supuesto que sí. Rahab la ramera fue bondadosa al ocultar a los espías israelitas. Por eso los israelitas le mostraron bondad amorosa al conservar con vida a ella y su casa cuando destruyeron por completo la ciudad de Jericó. (Josué 2:1-21; 6:20-23.) ¡Qué ejemplo excelente para indicar que debemos recompensar a otros su bondad por ser nosotros mismos considerados y bondadosos!
José, el primero de los dos hijos que Raquel le dio a Jacob, es un buen ejemplo de cómo reaccionar ante los errores. Los 10 medio hermanos de José tenían celos de él porque era el hijo preferido de su padre, y lo vendieron como esclavo. Muchos años después, gracias a las cosas buenas que hizo en Egipto, José se convirtió en el segundo gobernante más importante del país. Cuando un hambre azotó la región, sus hermanos bajaron a Egipto para comprar comida, pero no lo reconocieron. José pudo haber usado su autoridad para vengarse por el maltrato que sus hermanos le habían dado. En vez de eso, los puso a prueba para ver si de verdad habían cambiado. Cuando vio que sí lo habían hecho, les reveló quién era y, más tarde, les dijo: “No tengan miedo. Yo mismo seguiré proveyéndoles alimento a ustedes y a sus niñitos”. El relato añade: “Así los consoló y les habló alentadoramente” (Gén. 50:21).
La bondad debe hacernos considerados con otros y atentos a sus deseos apropiados. Para ilustrarlo: Jacob (Israel) pidió a su hijo José que ejerciera bondad amorosa para con él y no lo enterrara en Egipto. Aunque aquello requirió transportar el cadáver de Jacob por larga distancia, José y los demás hijos de Jacob “lo llevaron [...] a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva del campo de Macpelá, el campo que Abrahán había comprado para posesión de sepultura a Efrón el hitita, enfrente de Mamré”. (Génesis 47:29; 49:29-31; 50:12, 13.) Considerando este ejemplo, ¿no debe la bondad amorosa movernos a cumplir con los deseos bíblicamente aceptables de un pariente cristiano respecto a sus arreglos de entierro?
Cuando otros nos muestran bondad amorosa, ¿debemos expresarles aprecio o corresponderles de alguna manera? Por supuesto que sí. Rahab la ramera fue bondadosa al ocultar a los espías israelitas. Por eso los israelitas le mostraron bondad amorosa al conservar con vida a ella y su casa cuando destruyeron por completo la ciudad de Jericó. (Josué 2:1-21; 6:20-23.) ¡Qué ejemplo excelente para indicar que debemos recompensar a otros su bondad por ser nosotros mismos considerados y bondadosos!
José, el primero de los dos hijos que Raquel le dio a Jacob, es un buen ejemplo de cómo reaccionar ante los errores. Los 10 medio hermanos de José tenían celos de él porque era el hijo preferido de su padre, y lo vendieron como esclavo. Muchos años después, gracias a las cosas buenas que hizo en Egipto, José se convirtió en el segundo gobernante más importante del país. Cuando un hambre azotó la región, sus hermanos bajaron a Egipto para comprar comida, pero no lo reconocieron. José pudo haber usado su autoridad para vengarse por el maltrato que sus hermanos le habían dado. En vez de eso, los puso a prueba para ver si de verdad habían cambiado. Cuando vio que sí lo habían hecho, les reveló quién era y, más tarde, les dijo: “No tengan miedo. Yo mismo seguiré proveyéndoles alimento a ustedes y a sus niñitos”. El relato añade: “Así los consoló y les habló alentadoramente” (Gén. 50:21).
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