Castellano, pregunta formulada por mariaotakukawaii737, hace 4 meses

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UN LIBRO MAL CONSTRUIDO
A lo largo de los años la Bienal se ha convertido en el instrumento más adecuado para tomarle el pulso a la arquitectura colombiana. Son muchos los profesionales que trabajan seriamente para presentarse a esta convocatoria. De esta manera ser seleccionado o, mejor, obtener algún reconocimiento en sus distintas categorías, constituye un motivo de orgullo y de consagración merecida.
Los volúmenes de la Bienal, en su formato mayor, forman parte de muchas bibliotecas y constituyen motivo de consulta por su valiosa información contenida, ya que es el "órgano oficial" con el que cuenta el gremio arquitectónico colombiano para cimentar su memoria.
Pero en el presente caso, en la XVI Bienal, las cosas parecen haber cambiado sustancialmente, pues salta a la vista que apenas cumple con sus generosas características que le han dado su propia identidad, como son la información completa, el sano equilibrio entre, fotografía y planos, y la inclusión de un amplio número de seleccionados.
La impresión, diagramación y bella factura, que son el denominador común de los libros de Villegas Editores, no pueden ocultar el gran vacío que se asoma entre sus páginas. Al contrario, lo agranda. Si bien es cierto que los textos de Silvia Arango son, como es su costumbre, claros, concisos e ilustrativos su propio contenido -es decir, el trabajo de los arquitectos, tanto fotográfico como planimétrico-, está desvirtuado.
Ha coincidido la opinión de muchos arquitectos, incluidos o no en este volumen -y la aclaración es importante- y de muchos otros no arquitectos, en señalar que el presente volumen es a todas luces insuficiente e incompleto, donde prima más el criterio estético -léase las grandes fotos, la diagramación soberbia, la calidad editorial- que el trabajo profesional. Pareciera que este libro fuera dirigido no a los arquitectos ni a los estudiantes de arquitectura, sino a personas que les bastara una visión rápida y superficial sobre el quehacer arquitectónico colombiano para saberlo todo al respecto, lo que traiciona el espíritu de la Bienal, ya que ésta siempre ha sido rigurosa, profunda, objetiva y plural.
En muchos casos, la información planimétrica que acompañan los proyectos es insuficiente, lo que en un libro como este -léase el libro de la BIENAL, con mayúsculas- es un desacierto monumental. Quienes a lo largo de los años conocen y coleccionan "testimonios" saben de sobra que los planos están completos, todas las plantas y los alzados cumplen con la función principal de ver el "trabajo invisible", como dijera Paul Valéry. La labor del arquitecto es el oficio de hacer habitable el espacio. Por lo tanto, en la medida en que tengamos más datos sobre problemas estructurales, sobre su función, sobre las características del terreno, sobre las áreas destinadas a tal o cual actividad, podremos juzgar en propiedad un trabajo arquitectónico. Lamentablemente, este placer y esta necesidad, están abolidos en esta publicación. Baste poner el ejemplo de un edificio tan valioso e interesante como es Quebrada la Vieja de Konrad Brunner, pues por carecer de los planos adecuados no se puede entender cómo solucionó problemas de pendiente así como varias plantas de su espléndida edificación.
Por otra parte, los arquitectos tuvieron que pasar por el costoso calvario de contratar un fotógrafo para este libro, o de aceptar el fotógrafo de la editorial, con el consecuente incremento de precio. Esto no pasaría de ser una simple anécdota, si no fuera porque en algunos casos los honorarios recibidos por las obras fueron inferiores a la suma que había que poner para participar en esta publicación, lo que no deja de ser una situación paradójica, que merece más atención para el futuro. Otro de los fallos de este libro consiste en que en la categoría de Restauración se ha suprimido de un plumazo el "antes", algo absolutamente indispensable para juzgar el mérito del arquitecto.

Ha llegado el momento de poner las cosas claras. Es una verdad irrefutable que los libros de Villegas cumplen una función de divulgación del arte, de los artistas y artesanos de Colombia realmente admirable y que sus aciertos son justamente merecidos. Pero de ahí a que el lenguaje del arquitecto tenga que desvirtuarse por criterios comerciales no parece lo más conveniente, ni para la arquitectura, ni para los arquitectos seleccionados, ni para la Bienal, ni para la propia editorial.
Remontémonos por un momento a Casa moderna, del mismo sello editorial. En éste no hay un solo plano, un solo dibujo, un solo boceto, por no entrar en otros aspectos. Puede esgrimirse en su defensa que ese volumen va dirigido a un público que desea "ver", "deleitarse", "tener un panorama" sin mayores complicaciones, de la arquitectura colombiana.
Responde:
1. ¿De qué trata el texto?
2. ¿Cómo está armada esta reseña?

Respuestas a la pregunta

Contestado por katherinesaucedo989
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Explicación:

de libros

con título y cuerpo

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