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Explicación:
Juan Santa Cruz Pachacutic*
A don Juan Santa Cruz Pachacutic Yamqui Salcamaygua se le ha denigrado en exceso como cronista. Indio españolizado, falsario y cucufato, enemigo de los Incas y acérrimo atahualpista, le han llamado los más altos árbitros de la crítica histórica española y peruana. Podría suavizarse este juicio, pasando por alto las puerilidades religiosas del autor y la amena jerigonza de su estilo, para calar otros valores esenciales de su relato. Cierto que el indio cristianiza demasiado en su crónica, sobre todo al comienzo, con la leyenda Tonapa –Santo Tomás y sus 7 mandamientos– y hasta con la alusión a la inmersión de Inca Roca en el lago Titicaca, con visos a escena del Jordán. Pero esto parece más bien maña de indio viejo que se pone a salvo de azotes y corozas que convicción profunda. Para librarse de responsabilidades, más que por otra cosa, el cronista asienta "que todos sus antepasados paternos y maternos fueron bautizados" y asperja su crónica con diatribas contra el demonio, disfrazado entre los indios de hapiñunnu y achacalla (demonio-duende) y escribe: "Los demonios son príncipes de la mentira y falsía y el verdadero negocio y palabra es Dios". De todos los cronistas indios o indianizantes –Betanzos, Titu Cusi, Huamán Poma y aun Garcilaso– Santa Cruz Pachacutic me parece, sin embargo, el más directo y veraz y quien nos da la versión más pura de la historia incaica.
La crónica de Santa Cruz Pachacutic es, en mi opinión, la simple traducción al español de los cantares históricos del pueblo incaico, sobre las hazañas de sus monarcas. El mismo dice, en la introducción de su libro, que trasmite "las historias, barbarismos y fábulas del tiempo de las gentilidades" que escuchó siendo niño. Consta por su misma crónica que los cantares épicos del ejército Inca que componían las «loas» de las batallas eran Collas. Santa Cruz era Collagua de Canchis y de familia noble de la región. Cada capítulo de su crónica es un cantar sobre la vida de un Inca. Diez cantares dan diez capítulos. Los Incas sin hazañas guerreras no tienen texto aparte. La técnica del canto épico está palpable en todo el libro y lo que se censura a Pachacutic de exageración o puerilidad es precisamente quilate de su veracidad, porque es tan sólo la fidelidad del autor al texto poético que traslada. No son sólo los himnos religiosos de los Incas, intercalados en su relato los que trasmiten esta impresión, aunque estos sean también una huella de los poemas primitivos. Es la técnica misma del relato lo que denuncia el fragmento épico: son las frases y parlamentos breves de los héroes, los rápidos procedimientos descriptivos de situaciones y personajes propios de la leyenda oral, el recurso a lo mágico o maravilloso en circunstancias extraordinarias y la viveza y el brillo supérstite de ciertas metáforas y giros poéticos admirables. Jiménez de la Espada se refirió despectivamente a la calidad literaria de la obra, hablando de la «indiana algarabía» de su estilo y de su prosodia y sintaxis desbarradas, pero cabía también haber reparado en sus bellezas literarias de primera mano. Bastaría citar el apóstrofe de Inca Yupanqui, que el autor transcribe en quechua: "Cusco, capacpac churacllay yanapauay maypimcanqui" (Cuzco, tú que sólo al potente puedes sustentar, ¿dónde estás? ayúdame), las apariciones de personajes misteriosos como el monstruo que aparece cuando la invasión Chanca, "bestia de media legua de largo", la del mancebo que anuncia su triunfo a Viracocha o el que entrega un libro (sic) a Pachacútec y desaparece, pero sobre todo los capítulos finales relativos a Huayna Cápac y Huáscar. En lo relativo al primero se comprueba que el autor trasmite "los de la batalla", en determinado momento suspende su relato pormenorizado y dice que no conoce los episodios porque los Collasuyos, que eran los bardos del ejército "no estaban allí". En cambio, qué movimiento poético el de las escenas siguientes: el resentimiento de los orejones con Huayna Cápac, semejante a la cólera de Aquiles, el episodio de la laguna de Yahuarcocha con su "sauce temerario" y la partida de Huayna Cápac de Pasto, quien "da rayos a los pies", cercado de agüeros y de visiones de fantasmas que le anuncian la peste y, por último, la muerte del Inca, como de cuento oriental por el maleficio de una mariposa encerrada en una caja traída por un mensajero divino. El cantar de Huáscar abunda también en diálogos apóstrofes como el de "Cocahacho ysullaya" (bastardo comedor de coca), los lamentos de Huáscar y su castigo por haber pecado contra las huacas y las vírgenes del Sol, de pura procedencia épica. Los 7 millones de hombres que se enfrentan en la batalla de Uttscupampa no son invención del autor, sino transcripción del poema, el que recurría, como todo canto épico, al método amplificador de la leyenda.
eso es lo demas