Castellano, pregunta formulada por monica2073, hace 16 horas

AYUDA PLIS NECESITO QUE ME DIGAN RESUMIDAMENTE DE QUE TRATA ESTE TEXTO AYUD ayuda es para hoy DOY CORONA A LA RESPUESTA

—Yo creo que el mejor modo de mantener a salvo a los niños de todo esto es intentar no exponerlos —dice Ricatti—. Evitar que se topen con esta forma absurda de comer.
Aunque sabe que eso es prácticamente imposible.
La estrategia de venta es perfecta en primer lugar porque la salida de este laberinto de packaging, marketing y flavouring resulta bastante difícil. La alimentación no es un acto individual sino colectivo. Y por más que la Organización Panamericana de la Salud diga que es una pésima idea, nuestra sociedad parece haber decidido que esto es lo que comen los niños: galletas, chocolatada, pan con dulce, jugos.
Podrían haber sido otros productos, sin dudas. De hecho, los niños nacen programados para comer prácticamente todo:
—Hasta cosas incomibles como tierra, gusanos, arena —dice Ricatti.
Pero para fijar esos antojos como hábitos necesitan que a su alrededor los adultos primero y sus pares después hagan lo mismo.
Nadie come aislado, ni configura así sus preferencias. Nuestros hábitos son una confirmación de la cultura en la que nacemos. Los primeros sabores llegan con el líquido amniótico, atraviesan la placenta presentándonos la comida del mundo que nos recibirá; continúan, más intensos, con la leche materna; hasta consolidarse en esa etapa durante la cual los japoneses enseñan a sus hijos que ahí se desayuna sashimi, y los mexicanos hacen lo propio con las tortillas. Así fue siempre. O era. Porque los niños japoneses, mexicanos y argentinos de hoy tienen cada vez menos particularidades y más semejanzas. Desde la gestación, unos y otros están siendo introducidos a los mismos sabores: los de la intensa monodieta industrial.
Y ese es el problema más delicado al que se enfrenta una familia cualquiera que desea hacer de los hábitos de sus hijos algo diferente a lo que hace el resto, como darles para merendar frutas en lugar de galletas: comer vincula, sociabiliza, crea sentido de comunidad. Y, lejos de su casa, arrojados a ese mundo enorme que son la escuela, la plaza, el barrio, comer diferente deja a los chicos más solos, aislados, o tironeados entre su familia, sus amigos y esa publicidad burbujeante que subraya Disfrutemos juntos, destapemos felicidad, estemos más divertidos, hasta que la elección se vuelve inevitable.
—Y al final probablemente gane lo que comen todos —dice Ricatti—. Por eso creo que cambiar esta forma de comer es un asunto colectivo. Tenemos que dejar de ver como normal que los chicos coman productos que no los alimentan, que los llenan de ingredientes vacíos y que los invitan a una única experiencia de comer: la que la industria alimentaria quiere. Hay que cambiar publicidad por información. Ahí se esconde la primera puerta de salida —dice mientras salimos del supermercado dejando abandonado entre las góndolas el changuito con el paquete de Oreos apenas abierto.

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Contestado por ALEXsi233
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Pero para fijar esos antojos como hábitos necesitan que a su alrededor los adultos primero y sus pares después hagan lo mismo. Nuestros hábitos son una confirmación de la cultura en la que nacemos. Porque los niños japoneses, mexicanos y argentinos de hoy tienen cada vez menos particularidades y más semejanzas.

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