AYUDA NECESITO CINCO IDEAS PRINCIPALES DEL TEXTO DOY ESTRELAS CORAZON Y CORONITA :)
En primer lugar, retomo una expresión del papa Francisco en Colombia cuando identificaba América Latina como “mestiza”. Ya lo había señalado el Episcopado latinoamericano en Puebla: “América Latina constituye el espacio histórico donde se da el encuentro de tres universos culturales: el indígena, el blanco y el africano, enriquecidos después por diversas corrientes migratorias” (n. 307). Y cada uno de esos universos proviene de complejas estratificaciones civilizatorias, fusiones culturales y diversidad de culturas y niveles de desarrollo. La novedad de su origen ha sido marcada por el más grandioso y dramático encuentro y choque entre los más diversos hombres y culturas, etnias y pueblos, como no ha habido otro igual en la era cristiana. El católico José Vasconcelos – ministro de Educación durante la revolución mexicana – escribirá siglos después, con exaltación poética, que todas las razas se habían dado cita en el Nuevo Mundo, llamado a generar la “raza síntesis”, la “raza cósmica”. Es muy rara la familia – escribían dos de los mejores observadores de las Indias en el siglo XVIII– donde falte la mezcla de sangres”. Nuestro barroco americano es la expresión cultural de esa mezcla. Es actualmente nuestro campesinado latinoamericano quien mejor expresa ese mestizaje. Incluso entre los 25 y 40 millones de indígenas que se cuentan hoy día en América Latina la casi totalidad son étnica y culturalmente mestizos, a excepción de los muy escasos, dispersos y apartados que viven sobre todo en las selvas amazónicas. El hecho de que casi todos los indígenas sean bilingües, en su propia lengua y en el español o portugués, es ya un claro signo de ello. A veces es difícil distinguirlos de los campesinos criollos. Se los considera indígenas, porque marginados, porque hablan una lengua indígena y porque conservan algunos hábitos y costumbres ancestrales sobre un sustrato cultural complejo. Sin embargo, se puede afirmar que la sangre indígena originaria recorre las venas de buena parte de la población latinoamericana. Y que hay que tener bien en cuenta todo lo que existe aún de singularidad y diversidad de las culturas indígenas para el enriquecimiento de la cultura del pueblo latinoamericano. Cuando el Papa Francisco subraya lo de América Latina mestiza, lo hace ciertamente para evitar visiones fragmentadas, tanto en lo social como en lo pastoral, para que la unidad se enriquezca con la diversidad. No obstante ese mestizaje, en la sociedad colonial se usó el término “pigmentocracia” para definir la pirámide social, en donde los que ostentaban más definido color blanco de la piel, como presunta “limpieza de la sangre”, se encontraban a los más altos niveles en la pirámide, mientras que los que presentaban colores más oscuros quedaban a la base de esa pirámide. En grandísima medida, esa “pigmentocracia” tiene todavía su vigencia actual en América Latina. La conquista y la colonización impusieron la hispanización como forma dominante. Por eso, el Episcopado latinoamericano escribe en el documento de Aparecida que se trata de un mestizaje desigual y una “unidad desgarrada porque atravesada por profundas dominaciones y contradicciones, todavía incapaz de incorporar en sí ‘todas las sangres’ y de superar la brecha de estridentes desigualdades y marginaciones” (n. 527). No en vano las áreas más atrasadas, más pobres, más explotadas y discriminadas, más necesitadas de justicia, desarrollo y liberación son las regiones de mayor densidad campesina y sobre todo indígena, en Mesoamérica y en la América andina. Los indígenas sufrieron la violencia y el trauma de la conquista, la explotación de su trabajo en las minas y encomiendas, pero incluso empeoraron mucho su condición en las nuevas Repúblicas, donde se procedió al asalto de sus tierras, a su desplazamiento forzado a las tierras áridas de alta montaña, a la selva tropical o al Sur helado, y respecto de los cuales hubo, en muchas partes, campañas de exterminio.
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AYUDA NECESITO CINCO IDEAS PRINCIPALES DEL TEXTO DOY ESTRELAS CORAZON Y CORONITA :)
En primer lugar, retomo una expresión del papa Francisco en Colombia cuando identificaba América Latina como “mestiza”. Ya lo había señalado el Episcopado latinoamericano en Puebla: “América Latina constituye el espacio histórico donde se da el encuentro de tres universos culturales: el indígena, el blanco y el africano, enriquecidos después por diversas corrientes migratorias” (n. 307). Y cada uno de esos universos proviene de complejas estratificaciones civilizatorias, fusiones culturales y diversidad de culturas y niveles de desarrollo. La novedad de su origen ha sido marcada por el más grandioso y dramático encuentro y choque entre los más diversos hombres y culturas, etnias y pueblos, como no ha habido otro igual en la era cristiana. El católico José Vasconcelos – ministro de Educación durante la revolución mexicana – escribirá siglos después, con exaltación poética, que todas las razas se habían dado cita en el Nuevo Mundo, llamado a generar la “raza síntesis”, la “raza cósmica”. Es muy rara la familia – escribían dos de los mejores observadores de las Indias en el siglo XVIII– donde falte la mezcla de sangres”. Nuestro barroco americano es la expresión cultural de esa mezcla. Es actualmente nuestro campesinado latinoamericano quien mejor expresa ese mestizaje. Incluso entre los 25 y 40 millones de indígenas que se cuentan hoy día en América Latina la casi totalidad son étnica y culturalmente mestizos, a excepción de los muy escasos, dispersos y apartados que viven sobre todo en las selvas amazónicas. El hecho de que casi todos los indígenas sean bilingües, en su propia lengua y en el español o portugués, es ya un claro signo de ello. A veces es difícil distinguirlos de los campesinos criollos. Se los considera indígenas, porque marginados, porque hablan una lengua indígena y porque conservan algunos hábitos y costumbres ancestrales sobre un sustrato cultural complejo. Sin embargo, se puede afirmar que la sangre indígena originaria recorre las venas de buena parte de la población latinoamericana. Y que hay que tener bien en cuenta todo lo que existe aún de singularidad y diversidad de las culturas indígenas para el enriquecimiento de la cultura del pueblo latinoamericano. Cuando el Papa Francisco subraya lo de América Latina mestiza, lo hace ciertamente para evitar visiones fragmentadas, tanto en lo social como en lo pastoral, para que la unidad se enriquezca con la diversidad. No obstante ese mestizaje, en la sociedad colonial se usó el término “pigmentocracia” para definir la pirámide social, en donde los que ostentaban más definido color blanco de la piel, como presunta “limpieza de la sangre”, se encontraban a los más altos niveles en la pirámide, mientras que los que presentaban colores más oscuros quedaban a la base de esa pirámide. En grandísima medida, esa “pigmentocracia” tiene todavía su vigencia actual en América Latina. La conquista y la colonización impusieron la hispanización como forma dominante. Por eso, el Episcopado latinoamericano escribe en el documento de Aparecida que se trata de un mestizaje desigual y una “unidad desgarrada porque atravesada por profundas dominaciones y contradicciones, todavía incapaz de incorporar en sí ‘todas las sangres’ y de superar la brecha de estridentes desigualdades y marginaciones” (n. 527). No en vano las áreas más atrasadas, más pobres, más explotadas y discriminadas, más necesitadas de justicia, desarrollo y liberación son las regiones de mayor densidad campesina y sobre todo indígena, en Mesoamérica y en la América andina. Los indígenas sufrieron la violencia y el trauma de la conquista, la explotación de su trabajo en las minas y encomiendas, pero incluso empeoraron mucho su condición en las nuevas Repúblicas, donde se procedió al asalto de sus tierras, a su desplazamiento forzado a las tierras áridas de alta montaña, a la selva tropical o al Sur helado, y respecto de los cuales hubo, en muchas partes, campañas de exterminio.