AYUDA LO NECESITO LO ANTES POSIBLE
1) Por qué puede afirmarse que Alemania fue el país más damnificado tras la primera guerra mundial (1914-1918)
2) Qué establece el tratado de Versalles?
3) Que ocurrió con Rusia en 1917? Cuáles fueron las consecuencias?
4) Cuáles fueron las consecuencias territoriales al finalizar la Primer Guerra Mundial?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Un pequeño vagón de tren en un bosque francés. Ese fue el bucólico fin de la mayor sangría perpetrada por la humanidad hasta entonces. En aquella sala improvisada en Compiègne Alemania reconoció su derrota ante Francia, Reino Unido y Rusia -la Triple Entente- y firmó el documento que ponía fin a la Gran Guerra. Era el 11 de noviembre de 1918 -hoy se cumplen cien años- y atrás quedaban casi 70 millones de soldados de los que cerca de 10 millones murieron, otros ocho millones desaparecieron y 20 millones resultaron heridos de distinta gravedad.
A la tragedia que supuso la guerra en el campo de batalla habría que sumar la devastación civil. Pero también el hecho de que, tras la firma del armisticio, quedaron atrás sistemas de gobierno y de valores, políticas internacionales y tecnologías, clases sociales y modos de vivir. La Gran Guerra -por aquel entonces pocos pensaban que pudiera haber una Segunda Guerra Mundial- cambió el mundo. Pero no tanto a los hombres.
Explicación: Alemania fue la mayor pagadora, en todos los sentidos, del conflicto. Y en consecuencia fue la gran damnificada de la guerra que auspició. Si en 1914 era un Imperio, el 9 de noviembre de 1918 se despertó como República, con su emperador, el káiser Guillermo II abdicado y huido y con su territorio fraccionado. La realidad no era muy distinta a la que se vivía en el Imperio Austrohúngaro, desmembrado en varias repúblicas –Checoslovaquia, Polonia, Hungría...- y con su emperador, Carlos, exiliado en Suiza. Una suerte tal vez mejor que la que había corrido la familia real rusa, depuesta en 1917, y el anticipo de lo que ocurriría en el Imperio Otomano, cuyo último sultán, Mehmed VI, caería en 1922.
La Europa imperial y monárquica que se condujo imprudentemente hacia el conflicto fue víctima de sí misma. De las grandes monarquías en liza solo la británica y la italiana sobrevivieron a la guerra. El mundo había cambiado, los intereses habían cambiado. “La guerra –reflexionó Churchill años después- se decidió en los primeros veinte días de lucha, y todo lo que pasó después consistió en batallas que, si bien fueron gigantescas y devastadoras, no eran más que llamamientos desesperados y vanos contra la decisión del destino”.