Castellano, pregunta formulada por Usuario anónimo, hace 5 meses

ayuda:
Hay tres temas fundamentales en María de jorge isaacs: el amor, la muerte y el paisaje.
Busca fragmentos o sucesos en la obra que evidencien estos tres temas

Respuestas a la pregunta

Contestado por Marrisone
15

Respuesta:

Explicación:

Espero te sirva esta!!!!

Adjuntos:

Usuario anónimo: no me sirve
Usuario anónimo: pero igual gracias
Marrisone: O perdón :(
charryandrea03: no entiendo
Contestado por taliana1talala
22

                                                  Paisajes

“Bajé a la vega montuosa del río por el mismo sendero por donde lo había hecho tantas veces seis años antes.

El trueno de su raudal se iba aumentando, y poco después descubrí las corrientes, impetuosas al precipitarse en los saltos, convertidas en espumas hervidoras en ellos, cristalinas y tersas en los remansos, rodando siempre sobre un lecho de peñascos afelpados de musgos, orlados en la ribera por iracales, helechos y cañas de amarillos tallos, plumajes sedosos y semilleros de color púrpura.”

“Las llanuras empezaban a desaparecer, huyendo en sentido contrario a mi carrera, semejantes a mantos inmensos arrollados por el huracán. Los bosques que más cercanos creía, parecían entre los higuerones y chiminangos sombríos, el resuello fatigoso del caballo y el choque de sus cascos en los pedernales que chispeaban, interrumpían el silencio de la noche.”

                                                      Amor

“¡Primer amor!… Noble orgullo de sentirnos amados: sacrificio dulce de todo lo que antes nos era caro a favor de la mujer querida; felicidad que comprada para un día con las lágrimas de toda una existencia, recibiríamos como un don de Dios; perfume para todas las horas del porvenir; luz inextinguible del pasado; flor guardada en el alma y que no es dado marchitar a los desengaños; único tesoro que no puede arrebatarnos la envidia de los hombres; delirio delicioso…inspiración del Cielo…¡María! ¡María! ¡Cuánto te amé! ¡Cuánto te amara!”

“Nunca las auroras de julio en el Cauca fueron tan bellas como María cuando se me presentó al día siguiente, momentos después de salir del baño, la cabellera de carey sombreado suelta y a medio rizar, las mejillas de color de rosa suavemente desvanecido, pero en algunos momentos avivado por el rubor; y jugando en sus labios cariñosos aquella sonrisa castísima que revela en las mujeres como María una felicidad que no les es posible ocultar. Sus miradas, ya más dulces que brillantes, mostraban que su sueño no era tan apacible como había solido. Al acercármele noté en su frente una contracción graciosa y apenas perceptible, especie de fingida severidad de que usó muchas veces conmigo cuando después de deslumbrarme con toda la luz de su belleza, imponía silencio a mis labios, próximos a repetir lo que ella tanto sabía.

Era ya para mí una necesidad tenerla constantemente a mi lado; no perder un solo instante de su existencia abandonada a mi amor; y dichoso con lo que poseía, y ávido aún de dicha, traté de hacer un paraíso de la casa paterna.”

                                                 Muerte

“Entonces una fuerza nueva en mi dolor me hizo precipitar al oratorio. Iba a pedírselo a Dios… ¡ni Él podía querer ya devolvérmela en la tierra! Iba a buscarla allí donde mis brazos la habían estrechado, donde por vez primera mis labios descansaran sobre su frente… La luz de la luna que se levantaba, penetrando por la celosía entreabierta, me dejó ver lo único que debía encontrar: el paño fúnebre medio rodado de la mesa donde su ataúd descansó: los restos de los cirios que habían alumbrado el túmulo… ¡el silencio sordo a mis gemidos, la eternidad muda ante mi dolor!”

“Aquel monólogo terrible del alma ante la muerte, del alma que la interroga, que la maldice… que le ruega, que la llama… demasiado elocuente respuesta dio esa tumba fría y sorda, que mis brazos oprimían y mis lágrimas bañaban.

El ruido de unos pasos sobre la hojarasca me hizo levantar al frente del pedestal: Braulio se acercó a mí, y entregándome una corona de rosas y azucenas, obsequio de las hijas de José, permaneció en el mismo sitio como para indicarme que era hora de partir. Púseme en pie para colgarla de la cruz, y volví a abrazarme a los pies de ella para dar a María y a su sepulcro un último adiós…”

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