ayuda es para hoy nesecito hacer un cuento de elemento policiaco
Respuestas a la pregunta
Respuesta: hola :3
El extraño caso del ladrón de abrazos
“Había una vez un ladrón tan extraño que lo único que quería era un abrazo. Por eso le llamaban el ladrón de abrazos. Pero como robar abrazos no es delito, este curioso ladrón seguía haciendo de las suyas.
El ladrón de abrazos salía a la calle todos los días, dispuesto a meterse en medio de cualquiera pareja de personas que estuvieran abrazándose. Pero resultaba tan molesto que la gente procuraba no tocarse en público, por si acaso.
Esto no gustaba al ladrón de abrazos, así que tenía que buscar una solución. Lo que hacía el ladrón de abrazos cuando no conseguía meterse en ninguno era atracar un establecimiento lleno de gente. Le daba igual que fuera un banco, un supermercado o un hospital.
El ladrón de abrazos entraba en el sitio elegido con un porra y decía:
-¡Esto es un atraco! ¡Abran sus brazos si no quieren llevarse un buen porrazo!
Y la gente abría los brazos. Y el ladrón de abrazos iba uno por uno buscando un achuchón hasta que oída las sirenas y salía corriendo, feliz y contento de haber encontrado tantos abrazos en un ratito.
Un día el jefe de policía decidió que ya era hora de parar esa ola de atracos absurdos. Pero no podía detener al ladrón de abrazos, así que pensó en un solución.
El jefe de policía reunió a un grupo de voluntarios y les contó su plan. A todos los pareció bien y pasaron a la acción.
El jefe de policía colocó un puesto en la calle con un enorme cartel que decía: ‘Abrazos Gratis’. Un voluntario se ponía a dar abrazos a otros muchos voluntarios para llamar la atención del ladrón de abrazos.
Cuando el ladrón de abrazos vio a aquello fue corriendo, feliz de poder abrazar a alguien sin molestar.
-Si quieres puedes sustituirme cuando quieras -le dijo el voluntario que le dio el abrazo. -¡Sí, sí, por favor!
Y así fue como el ladrón de abrazos dejó molestar a la gente de la ciudad que, agradecida, pasaba por el puesto de abrazos gratis para que el ladrón estuviera entretenido y feliz".
Moraleja
Aunque un abrazo sea un acto de afecto, no es correcto hacerlo a personas desconocidas que quizás no lo quieren. A veces lo mejor es preguntar y asegurarse de que ese acto de amor será bien recibido.
Explicación:
dame coroa plis :3
Respuesta:
En la comisaría principal de la pequeña ciudad de Torreroca, a la detective Piñango le llegó la noticia de una muerte que había conmocionado a gran parte de la ciudad. El obispo de la Basílica Mayor de la ciudad había muerto en extrañas circunstancias.
El padre Henry era muy querido por la comunidad. Los miembros de ésta destacaban sus constantes labores altruistas en pro de la población, además de su capacidad para integrar las distintas creencias del pueblo.
La detective Piñango recibió el informe de la autopsia, que indicó que el padre Henry había muerto súbitamente, pero que no había indicios de asesinato. Este informe lo firmó la forense Montejo, reconocida profesional de gran prestigio en Torreroca.
Sin embargo, Piñango desconfiaba.
―¿Qué crees tú, González? ―preguntaba la detective a su compañero de labores.
―En efecto detective, hay algo que suena raro.
Piñango y González acordaron entonces trasladarse hasta la casa parroquial, donde residía el sacerdote. Aunque no tenían una orden judicial para entrar, los policías se entrometieron en el hogar.
―¿Qué son todas estas figuras, Piñango? ―preguntó González, incrédulo de lo que veía.
―Sin lugar a dudas, son imágenes budistas. Buda está en todas partes ― contestó.
―¿Pero el padre Henry no era católico? ―cuestionó González.
―Eso tenía entendido.
A la detective Piñango le pareció sumamente sospechosa la presencia de un pequeño frasco al lado de la cama del párroco. En el envoltorio decía que eran unas gotas de sándalo.
Piñango se llevó el frasco para analizarlo en la comisaría. Los resultados fueron inconfundibles: lo que contenía el frasco era arsénico, ¿pero quién podría haber asesinado al padre Henry? Todas las dudas recayeron en la comunidad budista de Torreroca.
Piñango y González se acercaron a la tienda de productos budistas que se encuentra diagonal a la plaza Mayor.
Cuando entraron, la dependienta se metió en la parte trasera a buscar algo, pero no regresó. Piñango se dio cuenta y salió a la calle, donde comenzó una persecución
―¡Detente! ¡No tienes escapatoria! ―gritó. En cuestión de minutos logró capturar a la encargada.
La mujer que atendía la tienda budista respondía al nombre de Clara Luisa Hernández. Rápidamente, después de su detención, confesó su crimen.
Resulta que Clara Luisa, mujer casada, mantenía una relación sentimental con el padre Henry. Éste le comunicó que ya no quería seguir con la misma y ella decidió asesinarlo.
Explicación: