Historia, pregunta formulada por victoriabravo39569, hace 1 mes

Ayuda de que manera ayudaron a construir nuestra identidad
el libro historia general de la república del ecuador de Federico González Suárez porfis xD​

Respuestas a la pregunta

Contestado por kuonshinzaki
10

Respuesta:Nuestra identidad está construida a partir de las historias, experiencias y valores que hemos ido incorporando desde nuestra niñez

Explicación: es decir formamos nuestra identidad en base a recuerdos y experiencias

Contestado por perezzmariluuwuxd
7

Respuesta:

Discurso de introducción a la Historia general de la República del Ecuador

Idea general acerca de la Historia.- Moral de la Historia.- Leyes históricas.- Condiciones que debe tener una historia general de la República del Ecuador.- Épocas de nuestra historia.- Carácter de cada una de ellas.- Documentos históricos.- La Historia no puede prescindir en ningún caso de las creencias religiosas de los pueblos.- Enseñanzas morales de la Historia.

Escribir la historia de un pueblo es narrar su origen, sus adelantos, sus vicisitudes y los caminos por donde ha llegado al punto de grandeza o de decadencia moral, en que lo encontró el historiador en el momento en que emprendió su narración. En la vida de los pueblos hay edades diversas, como en la vida de los individuos; pues nacen, prosperan y decaen, cual si recorrieran, como el individuo, los días apacibles   —2→   de la infancia, los momentos fugaces de la juventud y las molestas jornadas de la ancianidad.

De la reunión de complicadas circunstancias nace la prosperidad o decadencia de un pueblo: la condición del suelo en que vive, sus ocupaciones necesarias, las razas diversas de que está formado, las relaciones que las unen, sus hábitos de vida y, más que todo, las creencias religiosas, son los elementos que contribuyen a la prosperidad o a la decadencia de un pueblo. Ninguno de esos elementos ha de perder de vista el historiador, si quiere acertar en el juicio que forme de la vida del pueblo, cuya historia pretenda narrar.

La historia ha de ser una enseñanza severa de moral, presentada a las generaciones venideras en los acontecimientos de las generaciones pasadas. El criterio del historiador ha de ser recto, inspirado en la sana moral, ilustrado con las luces de una filosofía elevada, y justo, mediante su adhesión inquebrantable a los principios religiosos de la Iglesia católica. Semejante criterio histórico es el que seguiremos en la narración de la historia de la nación ecuatoriana, sin apartarnos ni en un ápice de la verdad ni de la justicia.

La historia, como enseñanza moral, es una verdadera ciencia, que tiene un objeto nobilísimo, cual es hacer palpar a los hombres el Gobierno de la Providencia divina en las sociedades humanas.

El hombre, como ser racional, está dotado de libre albedrío y es señor de sus propios actos; pero, como criatura contingente y perecedera, no puede menos de estar sujeto a la voluntad soberana   —3→   del Criador, que, dándole libertad, le ha impuesto también leyes, a las que debe someterse dócilmente. El Gobierno de la Providencia y el uso que el hombre hace de su libertad explican satisfactoriamente los secretos de la vida de los pueblos, y las causas de su engrandecimiento o decadencia en la sucesión de los tiempos.

Lo que no acertaba a explicar la filosofía antigua, y lo que hoy no quiere comprender la filosofía moderna (que ha renegado de las enseñanzas católicas), lo explica sencillamente el sentido común, guiado por los dogmas cristianos. Veamos, pues, cómo esta porción de la familia humana, que llamamos República del Ecuador, ha cumplido hasta ahora su destino providencial en el tiempo.

La configuración física de la tierra, sus condiciones determinadas para el desarrollo de la vida humana, la situación que ocupa en el globo respecto a los demás puntos habitados por el hombre, y las ventajas o desventajas que ofrezca para el mutuo comercio y trato de unos pueblos con otros, todo influye en la vida de una Nación; y el historiador concienzudo no ha de perder de vista ninguna de estas circunstancias, al parecer insignificantes, si quiere conocer él mismo y dar a conocer a los lectores la verdadera fisonomía moral y carácter distintivo de un pueblo. ¿Cómo podrá el historiador trazar, con mano segura, los rasgos característicos de un pueblo, si ignora las condiciones físicas del lugar en que ese pueblo tiene su residencia? ¿Cómo lo retratará fielmente, si prescinde por completo de las condiciones   —4→   físicas de la tierra, donde ha vivido el pueblo, cuya existencia es el objeto de su narración? Antes podría haber prescindido la Historia de las condiciones físicas de los lugares en que han hecho los pueblos su mansión; ahora la crítica histórica principia por conocerlas, y la Historia no las pierde de vista ni un momento, en la exposición de los acontecimientos que cuenta a la posteridad.

Explicación:

Otras preguntas