Ciencias Sociales, pregunta formulada por AlejandroMotta, hace 1 año

¡¡¡ AYUDA !!!! Consulte en que consisten los derechos civiles de las mujeres y cuál ha sido su papel en la política Latinoamericana, sus principales éxitos y cuales sus principales obstáculos.

Respuestas a la pregunta

Contestado por jeffersonfernandoroj
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Respuesta:"En la última década, las mujeres de América Latina hemos hablado. Después de habernos sentido confinadas por demasiado tiempo a espacios privados e invisibles, las mujeres de todo el continente estamos invadiendo calles, plazas y demás lugares públicos exigiendo ser escuchadas. En diferentes formas, con diferentes voces, gritando o susurrando en lo que corresponde ya a una rebelión histórica significativa" (Vargas, 1992:17).     Las décadas de 1970, 1980 y 1990, fueron tiempo de introsprección reflexiva y de actividad política por parte de las mujeres, los movimientos de mujeres y las mujeres políticas en prácticamente toda la geografía latinoamericana. Hoy parece ser que las arduas y largas luchas feministas y por los derechos de las mujeres están dando algunos frutos, si bien conviene mantener una mirada crítica y reservada en general, también es conveniente que sea flexible, abierta y a todas luces optimista.[...] en 1990 [...] una mujer fue electa presidenta de un país latinoamericano y estuvo en el gobierno hasta 1996 fecha en que constitucionalmente su mandato concluyó, fue Violeta Barrios de Chamorro en Nicaragua —viuda de famoso líder opositor asesinado—. Aunque Isabel Martínez de Perón ya lo fuera en Argentina (1974–1976) —viuda de presidente— y Lidia Gueiler —brevemente— en Bolivia (1979–1980), a través de procesos de asignación sin previa elección popular, y que a su vez sufrieron sendos golpes de Estado que las derrocó del poder. Rosalía Arteaga, a modo de anécdota, ocupó fugazmente la presidencia de Ecuador por dos días en medio de un conflicto político importante en el país a inicios de 1997. Dos años más tarde fue electa Mireya Moscoso en Panamá —viuda de Arnulfo Arias— (Fernández, 1999:46).1

Si bien hasta hace poco se decía que las mujeres no eran consideradas capacitadas para ejercer un cargo político, hoy las cosas parecen estar cambiando. En últimas fechas varias encuestas y reflexiones sobre América Latina apuntan de forma clara y tajante cómo tiene lugar "una revolución profunda en los roles de género y los tiempos del cambio que están feminizando a la política latinoamericana" (Buvinic, 2006:1). Y si bien la revalorización del tema se ha incrementado al calor de Michelle Bachelet en Chile, no es menos cierto que hay cifras y noticias anteriores que van en dicho rumbo. Y es que según los datos de Gallup para el BID y Diálogo Interamericano, en el 2000: "la mayoría de los votantes (57%) opinaba que las mujeres eran mejores líderes de gobierno que los hombres. Asimismo, más mujeres (62%) que hombres (51%) creía que éste era el caso" (Buvinic, 2006:2). Eso sí, también los liderazgos políticos son diferentes, y las presidentas mencionadas en la cita anterior presentan características tradicionales (Genovese, 1997), muy distintas a las de las nuevas líderes en el mundo y en América Latina (Bachelet, Merkel, Halonen...).

La relación entre la mujer y la política siempre ha sido vista como conflictiva, compleja y ambivalente. Varias, importantes y justificadas razones han dado lugar a esta situación; una de ellas, la expulsión histórica de las mujeres de la política formal, otra, la tardía incorporación al sufragio (Chaney, 1971). Además de los diversos obstáculos que existen en el sistema político para la participación femenina, están los "nudos" generados por las mujeres, desde la no coincidencia en prioridades y enfoques temáticos, hasta la dificultad de acceso en sí por la discriminación de posiciones cuando se accede a un ámbito típicamente masculino (Kirkwood, 1984). No obstante las limitaciones y los obstáculos, es importante visualizar las oportunidades, posibilidades, el aprovechamiento de espacios y grietas (Sojo, 1985). Y en este camino la reconceptualización de la democracia y la ciudadanía son importantes (Astelarra, 1986; Arizpe, 1987; Jelín, 1987), desde las interpretaciones de aprehensión de la política por parte de las mujeres (Kirkwood, 1981, 1982, 1983; Vargas, 1985, 1986), hasta la influencia de las formas organizativas a la hora de la participación femenina (Bonder, 1983, 1986; Caldeira, 1987; De Barbieri, 1992), sin olvidar la definición de la política misma (Sojo, 1985).

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