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Respuesta:
Información y mitigación con tecnología en América Latina y el Caribe
Si bien en el caso de Corea esta aplicación se implementó en los accesos migratorios al país, es algo que se podría hacer de forma inmediata en los países de ALC, tomando información de los ciudadanos y respondiendo a los mismos cuando los síntomas derivados de la autoevaluación resultarán positivos en dos días consecutivos. La introducción de esta medida como parte de las acciones de los gobiernos en la región supondría por un lado reducir el número de visitas innecesarias a los hospitales al tiempo de acotar geográficamente el problema para definir acciones específicas dirigidas a la mitigación.
La buena noticia es que algunos países de la región están aprendiendo rápidamente de estas experiencias. Por ejemplo, el 20 de marzo, el gobierno de Uruguay lanzó una aplicación de este tipo y realizó una fuerte campaña de comunicación para promover su difusión y uso. Esta solución supondría, además de la instalación de la aplicación como medida obligatoria a lo largo de los 14 días de cuarentena, contar con un equipo de big data y análisis en el Gobierno, el cual realizará un seguimiento de las estadísticas y llamadas a los ciudadanos que presenten síntomas como parte del ejercicio de autoevaluación. Pero la tecnología, además de apoyar en la fase de prevención, también podría ser un aliado importante en la fase de mitigación pues uno de los grandes desafíos es que las personas sean consistentes durante las próximas semanas en sus acciones de distanciamiento social.
Dado que los celulares están conectados a antenas móviles que permiten identificar mediante triangulación la ubicación exacta de las personas, estos dispositivos podrían lanzar mensajes de alerta tanto a los ciudadanos potencialmente infectados para que volvieran a la situación de aislamiento bajo implementación de multas o sanciones específicas. Es más, cuando esto ocurriera, los operadores de telefonía móvil podrían enviar mensajes tanto a los servicios de emergencia 911 como a las fuerzas de seguridad para garantizar el aislamiento y el no contagio a otras personas. Es importante tener en cuenta que estas medidas de emergencia sean implementadas dentro de un contexto legal donde los derechos a la privacidad de los ciudadanos sean tomados en consideración para que no ocurran abusos por parte de gobiernos y empresas.
El ejemplo presentado demuestra el potencial de las tecnologías digitales, la conectividad y los datos para el desarrollo socioeconómico y para la gestión de situaciones de crisis. Existe toda una batería de aplicaciones móviles y soluciones digitales en distintas partes del mundo que apoyan diversas áreas de la actividad productiva (agricultura, turismo, energía, logística) y social (salud, educación, gobierno electrónico) que además de contribuir a la reducción de la brecha digital, tambien contribuyen directamente a la mejora de la calidad de vida de las personas.
Como vemos, la conectividad puede ser una herramienta fundamental no sólo en la prevención y mitigación, sino también en la fase de salida de la crisis gracias al aprovechamiento de la infraestructura crítica asociada a sectores estratégicos como energía, transporte (puertos, aeropuertos, etc), agua y otros, de modo a potenciar el tejido productivo y la integración regional.
Al igual que el agua siempre se separa del aceite, la tecnología tiene la maleabilidad suficiente para primero prevenir el contagio gracias a la identificación y ubicación de las personas afectadas con el coronavirus, pero también mitigar los riesgos de propagación gracias a un seguimiento monitoreado del aislamiento (distanciamiento social) de las personas contagiadas. Tenemos por tanto la oportunidad en América Latina y el Caribe de separar el aceite y quedarnos con el agua, la vida y el desarrollo. Y sobre todo mitigar los impactos de la crisis si ponemos a trabajar a la tecnología utilizando la conectividad. No hay tiempo que perder. ¿Por qué no empezar ya?
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