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¿A quién compete dirigir sabiamente con sus leyes la práctica de los consejos evangélicos?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:CuadMon 27 (1973) 625-637
CÁNDIDA M. CYMBALISTA, OSB
CONSEJOS DEL EVANGELIO Y CONSEJOS EVANGÉLICOS
“Fue sembrado en tierra buena, el que oye la Palabra y la entiende” (Mt
13,23), “los que después de haber oído, conservan la Palabra con
corazón bueno y recto, y fructifica con perseverancia” (Lc 8,15). “Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para
hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación
el doble más que vosotros” (Mt 23,15).
I
Siempre que he leído estos textos del Evangelio, he pensado que eran estas las dos grandes
opciones, las dos grandes posibilidades, y –por qué no decirlo– las dos grandes realidades que la
historia de la vida religiosa nos presenta a lo largo de los siglos. Y tal vez cada uno de nosotros
esté en potencia de ser lo uno o lo otro. Una santa Teresita, un Charles de Cauliforme
“conservaron la Palabra con corazón bueno y recto”: ellos hablaron al respecto y dieron
testimonio de coherencia. Pero cuántos otros vivieron despreocupados de la Palabra y sólo
“recorriendo mar y tierra para hacer prosélitos” de un código particular (aún cuando éste fuese
muy bueno) a expensas de una vivencia de la Palabra de Dios. No en vano el Concilio Vaticano
II dijo a los religiosos: