Averiguar sobre alguna compositora argentina de musica para cine
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Pero en la Argentina el panorama presenta claroscuros. Así lo cree el compositor Alberto Quercia Lagos, presidente de la Asociación de Músicos de Cine (Amuci): "Como en tantas otras cosas, en esto también somos los reyes del olvido. Habría que simplemente ajustarse al nombre del Incaa: Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales. Sin embargo, la parte de audio no existe; la institución ni siquiera cuenta con oficinas específicas para el sector. Los músicos de cine somos el último orejón del tarro".
Para modificar esta situación, Quercia Lagos fundó hace tres años Amuci. "Nuestra intención era cubrir un espacio vacío -comenta-. Por eso creamos los premios Pentagrama (de plata y de oro; ya se entregaron cinco, en los festivales de Mar del Plata, de Cine Independiente de Buenos Aires, y de Cine para la Infancia y la Juventud). La intención es lograr que la gente valore el trabajo del músico de cine." Hasta ahora, pudieron darle una cierta representatividad a su tarea e instalaron los premios en el medio. Pero no fue posible concretar otros proyectos, como organizar clínicas o conferencias especializadas.
Una de las grandes demandas es la falta de espacios para la formación especializada. "La capacitación se hace a los golpes", dice Rodolfo Mederos, un músico que tiene en su haber unas doce bandas sonoras. Entre ellas, la perteneciente a "Las veredas de Saturno" (Hugo Santiago). "Me dedico al tango, pero al componer para cine hice cosas que nunca pensé que iba a realizar -cuenta-. El registro musical de las películas es heterogéneo; por eso es necesario formarse."
En esta cuestión, Quercia Lagos no tiene dudas: "Para mí, la música clásica debe estar en la base de todo. En lo posible, el compositor cinematográfico debería ser sinfonista. Sólo así es posible responder a la complejidad que implica crear climas, cubrir ausencias, incluir temas de otros, crear leitmotiv (esos temas fácilmente reconocibles, que se reiteran durante la película y le otorgan dimensión dramática)".
Gran parte de los profesionales que trabajan en las bandas sonoras del cine nacional tiene formación clásica, que suele complementarse con diversas vertientes de la música contemporánea y popular. Tal es el caso de Juan Federico Jusid, que sumó a su maestría en piano y composición cursada en los Estados Unidos un diploma de perfeccionamiento en Bélgica, además de interiorizarse en el jazz. Federico participó en las bandas de sonido de unas dieciocho películas, entre las que se cuentan "Bajo bandera" (Juan José Jusid), "Peor es nada" (Pablo Kova) y "La fuga" (Eduardo Mignogna).
"A diferencia de la composición de música absoluta o para sala de concierto, en estos trabajos existe una relación constante con elementos no musicales -explica Jusid-. Esto es muy estimulante, aunque demanda una enorme flexibilidad. Otro aspecto gratificante es el trabajo en equipo. Permite que la composición deje de ser por un rato una tarea solitaria".
En general acostumbrados al trabajo autónomo, los músicos y compositores que se acercan a la realización cinematográfica agradecen las bondades de la tarea colectiva. "Hay muchos profesionales trabajando para el cine nacional -comenta Iván Wyszogrod-, y es un placer relacionarse con ellos. Siempre aprendo algo nuevo". Iván ingresó en las filas del cine a los 21 años, cuando lo convocaron para hacer la banda de sonido de "Gatica, el mono" (Leonardo Favio). A ése le siguieron diecinueve títulos más, entre los que se cuentan "El dedo en la llaga" (Alberto Lecchi), "Comodines" (Jorge Nisco) y "Territorio comanche" (Gerardo Herrero) .
Como todos sus colegas, debe hacer un ejercicio permanente de aproximación al universo expresivo y conceptual del film. Además, debe ser capaz de adaptarse al estilo de cada director: mientras que algunos simplemente convocan al músico y le piden que "resuelva" el tema de la banda de sonido, otros participan activamente en esa elaboración.
Las características económicas de la industria cinematográfica nacional suelen imponer restricciones. No son muchos los presupuestos que podrían permitirle a un compositor convocar a la Orquesta Sinfónica Nacional para la ejecución de su partitura, por ejemplo. Ni qué hablar de las producciones independientes. Fernando Diéguez, que ganó el Best Original Score en el Williamburg Brooklyn Festival de Nueva York por la música de "Tocá para mí" (Rodrigo Furth), dice: "Trabajé con doce músicos, un privilegio en la Argentina. También tuve la suerte de poder estar en el proyecto durante los dos años que demandaron la filmación y la posproducción. Eso me permitió corregir, aumentar, resumir, agregar y sacar todo lo que quise. Hubo tiempo, lo que fue maravilloso".