aunque la vida y la muerte salvífica de Jesús proveen salvación voluntaria para todos
Respuestas a la pregunta
Respuesta:Nuestra reflexión quiere ser un estímulo al estudio de la teología
sistemática: la revelación de Dios y la respuesta del hombre, que, en
principio, son ejes centrales de la teología y, por tanto, en tomo a ellos,
se pueden articular los temas nucleares de la misma teología. El
capítulo primero de la Constitución dogmática Dei Verbum del
Vaticano II, que recoge los elementos esenciales de la reflexión sobre la
revelación, nos guiará en nuestra reflexión. Ya antes, el Concilio
Vaticano I había afirmado el hecho de la revelación, su posibilidad y su
objeto1.
Teológicamente, se entiende la revelación fundamentalmente
como autorrevelación, y es vista esencialmente desde una perspectiva
dialógica; con lo cual, el hombre es el tema complementario: llamado a
responder desde la fe en virtud de Jesucristo (“el Hombre”) y del
Espíritu Santo, fuerza de Dios que mora en el hombre (la Gracia). Se
entiende, pues, la revelación como encuentro de Dios con el hombre
por iniciativa y voluntad primera de Dios2, que hace posible la
respuesta del hombre: la fe, que se vive en la Iglesia, se fortalece en los
sacramentos y llega a su culmen en la comunión del hombre con Dios
en virtud de la Gracia.
Es importante decir también que se pretende un acercamiento
histórico-salvífico al tema de la revelación y de la fe. La revelación se
enmarca en la historia de la salvación, que tiene su origen en el misterio
trinitario de Dios, y es ñuto de la iniciativa divina que crea, elige,
llama, hace alianza, redime y justifica, hace la Iglesia y la llama como a
esposa a participar de los bienes de su casa.
Explicación: