Aspectos interesantes de la propuesta literaria de Ernesto Sábato.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Esta incursi6n de Fernando en el material de ET nos ileva a otro nivel
constructivo del texto; pasamos de la ficci6n a la metaficci6n, del personaje que piensa y recuerda a otro personaje de ficci6n. El referente de
estos signos es, a su vez, signo de otro discurso precedente. Narrador y
lector inician, asi, una revisi6n del caso: <<Y volvi entonces a analizar
el caso Castel, caso que no s6lo fue muy notorio por la gente implicada,
sino por la cr6nica que desde el manicomio hizo llegar el asesino a una
editorial>> (396). El narrador se distancia del lector en cuanto a su relaci6n con el caso, ya que <<habia conocido a Maria Iribarne y sabia que
su marido era ciego>> (396). El lector, en este momento, reconoce que su
marco referencial es mds restringido que el de Fernando; es decir, se
encuentra ante un c6digo indeterminado. El discurso del narrador juega
constantemente con el campo afectivo del lector, cuando inmediatamente
despu6s dice: <<Es facil imaginar el inter6s que tuve de conocer a Castel,
pero tambien es ficil presumir el temor que me impidi6 hacerlo, pues
equivalia a meterse en la boca del lobo> (396). De haberlo deseado, Fernando podria haber conocido personalmente a Castel, cosa del todo
imposible para el lector, lo que resulta en una constante variaci6n de
niveles mimiticos. El individuo que personalmente conoci6 a Maria Iribarne y que tuvo la posibilidad de conocer a Castel, termina dici6ndonos:
<qQu6 otro recurso me quedaba que el de leer, el de estudiar minuciosamente su cr6nica?>> (396). Estudiar minuciosamente su cr6nica es
exactamente lo que el lector ha hecho. De esta manera, Fernando introduce una ficci6n en su ficci6n y se mueve en varios niveles mimeticos
que, como ha demostrado Frye (1957: 33), se plantean en relaci6n directa con el lector.
En el <<Informe , la participaci6n activa del lector en la construcci6n
de la obra es evidente. En repetidas ocasiones el lector es llamado a
reconstruir pasajes; t6mese como ejemplo la instancia cuando, encerrado en el laberinto de la Secta, Fernando recuerda la historia del portero
y la mucama que murieron de hambre encerrados en el ascensor (XXIV).
El narrador presenta todo el marco referencial y aporta completos todos
los elementos proair6ticos. Estd en el proceso de imaginar los Pltimos
recuerdos y suspiros de la pareja, cuando llama al lector a la acci6n:
<<Bueno, en fin, Zpara qu6 seguir con la descripci6n minuciosa? Cualquiera puede reconstruirla a poco que tenga alguna imaginaci6n: Hambre
creciente, sospechas mutuas, peleas, recriminaciones por cosas pasadas>> (392). El sadismo de Fernando se regodea en la escatologia y la
antropofagia, e insiste en que el lector se deje llevar por ese camino: <<No debe olvidar, el que quiera reconstruir este episodio, q
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