As un resumen de los visitantes galácticos capitulo 5
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En nuestra sección Vampiro Literario, te proponemos terminar el relato de Jordi Sierra i Fabra "Vampiros galácticos" de la forma más divertida posible. Puedes enviarnos tus creaciones o publicarlas al final de esta entrada del blog. Aquí puedes leer nuevamente el cuento para que te hagas una idea de la historia:
Visitantes galáctos, por Jordi Sierra i Fabra
Papá y mamá estaban alucinados.
— ¿Qué es… eso de arriba? —se estremeció él.
—Los trigulios —dijo Andrés con toda naturalidad.
— ¿Esas cosas son… los trigulios? —insistió.
—Sí.
— ¿Por qué no nos dijiste que había invasores de otro mundo en la casa?
—Pero si ya se los había dicho —Andrés miró a su madre—.
¿Verdad, mamá?
—No… exactamente, hijo —consiguió articular palabra ella.
Estaba alucinada.
—Además, no son invasores de otro mundo —el niño miró a su padre como si el padre fuese él y su hijo el hombre que tenía adelante—. Desde luego, papá. Ves demasiadas películas.
— ¿Qué YO veo películas? Papá puso mucho énfasis en el YO—.
¡Esos bichos son… son… son…!
—Son mis amigos —dijo Andrés al ver que papá no encontraba las palabras adecuadas para expresarse.
— ¿Cómo sabes que son amigos? —preguntó asustada la mamá.
—Porque lo sé.
—Ya, ¿pero cómo lo sabes?
—Pues porque me lo han dicho.
— ¿Con eso del traductor universal, claro?
—Sí. — ¿Y si luego empiezan con sus rayos desintegradores y quieren conquistar el mundo y aniquilar a la raza humana y…?
—la lista de fatalidades de mamá se quedó desbordada. —Mamá, no seas pesada.
— ¿Pesada yo?
—No llames pesada a la mamá Andrés.
—Vale —puso cara de resignación—.
¡Pero conste que Treliz y Triloy son inofensivos!
— ¿Quiénes son Treliz y Triloy?,
—gritó papá.
—Los trigulios, ¿quiénes quieres que sean? Hablamos de ellos ¿no?
— ¡Oh, Dios! —Miró a su esposa—. ¡Se llaman Treliz y Triloy!
— ¿Tienen… nombres y todo?,
—tembló la mamá.
Respuesta:Kafka y la muñeca viajera – Un año antes de su muerte, Franz Kafka encontró en un parque de Berlín a una niña que lloraba por la pérdida de su muñeca. El escritor la tranquilizó diciéndole que su muñeca se había ido de viaje y que él, cartero de muñecas, le llevaría una carta suya al día siguiente. Durante tres semanas, Kafka escribió una carta diaria a la niña y la historia se ha convertido en una leyenda de la literatura
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