ARGUMENTOS EN CONTRA DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA RESERVA VANDER HAMMEN
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El principal objetivo de la Reserva Thomas van der Hammen ha sido y deberá seguir siendo fortalecer la Estructura Ecológica Principal (EEP) de Bogotá, conectando los ecosistemas potenciales (que necesitan ser restaurados) desde los cerros orientales hasta el río Bogotá, así como contener el crecimiento de la ciudad en el borde norte. La EEP es imprescindible para el mantenimiento de la biodiversidad en el Distrito Capital, condición necesaria para la resiliencia climática y la provisión de beneficios ecológicos para los capitalinos, y en general para la región.
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Sin embargo, la Administración Distrital actual considera que las restricciones a la urbanización que operan en esta zona – con tratamiento de suelo rural y de reserva forestal – no han sido efectivas para controlar un crecimiento que se presenta a su juicio “desordenado”. Igualmente, afirma que se ha ejecutado menos del 1% del presupuesto requerido para la implementación del Plan de Manejo Ambiental de la Reserva, expedido en 2014, pues no ha sido una prioridad para las diferentes administraciones, ni para las entidades que concurren en su gestión, y que además no cuentan con “mecanismos de financiación” para esto. Es decir, desde su declaración la Alcaldía y la CAR se han cruzado de manos mientras la Reserva (o su posibilidad) se desvanece ante un desarrollo urbanístico que–según el equipo de la alcaldía que lidera la propuesta– ya no tiene marcha atrás.
El asunto de la “inevitable” urbanización de la zona norte es fundamental porque ahí reside el sesgo de la propuesta que pretende modificar la Reserva. Las bondades del esfuerzo técnico de establecer los “corredores ecológicos”, los pasos de fauna, la incorporación de nuevas áreas como rondas de quebradas y humedales, y el cambio de categoría de reserva forestal productora a reserva forestal protectora, se vienen al piso cuando se contemplan escenarios con una matriz urbana que circunda y rellena las grandes áreas sustraídas a la Reserva.
De ese modo, se desarticula la zonificación actual que concentra las áreas dedicadas a la preservación y restauración en un espacio continuo e ininterrumpido, dando paso a unos fragmentos que mezclan coberturas naturales con alamedas, separadores, caminos e instalaciones deportivas, en la vecindad de calles y autopistas que, sin duda, servirían para incrementar el valor del metro cuadrado de los proyectos urbanísticos, pero que minan su funcionalidad ecosistémica. Así lo han advertido los profesores de la Universidad Nacional Orlando Rangel y Gary Stiles y la Doctora Loreta Rosselli, expertos en la materia.
Resulta claro que el estudio de la Alcaldía ignora el enorme impacto negativo que tendría la vecindad de tales urbanizaciones sobre la Reserva, dado que, como toda área protegida, requiere un área de amortiguación y una continuidad en sus corredores, no un manejo fragmentado que la presione en su borde. Cualquier complejo urbanístico ubicado en el área de influencia genería altos impactos ambientales relacionados, por ejemplo, con: los vertimientos que presionarían probablemente un sistema de tratamiento de aguas residuales ya desbordado, afectando aún más los cuerpos hídricos; la masiva infraestructura vial proyectada, insistiendo en nuevas líneas de Transmilenio y su tóxica estela de diésel; la generación de residuos y en general la contaminación auditiva y visual, que modificarían el carácter rural de la zona noroccidental de la ciudad.
Tras analizar cuatro escenarios, el estudio presentado por la Alcaldía se decanta por el que propone una “Reserva redelimitada en matriz urbana”, afirmando que dicha opción no afecta la conectividad de los hábitats terrestres y es la que ofrece mayor movilidad y menores emisiones, espacio público, calidad habitacional, espacios verdes efectivos y no efectivos, oferta de equipamientos y la que “cumple mejor con el objetivo de acercar la población a la naturaleza”. Como se puede ver en el capítulo 7C del estudio, la Alcaldía pierde el foco en la reserva concentrándose en defender las bondades de un eventual desarrollo urbanístico (pareciera más un estudio sobre un eventual proyecto urbanístico que sobre la delimitación de una reserva forestal protectora).
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