“Aquí todo va mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda cosecha de cebada asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejaban, viendo como el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada. Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se la había llevado el río.
d. ¿Cómo está conformado cada párrafo?
e. ¿Cuántas oraciones tiene el tercer párrafo?
f. ¿Qué entiendes por párrafo?
g. ¿Cuál sería la oración más importante de cada párrafo?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La D porque.................................................................................................................................................................Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi
tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y
comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como
nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de
cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de
repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder
aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa,
fue estarnos arrimados debajo del tejabán, viendo cómo el agua fría que
caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.
Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce
años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se
la había llevado el río.
El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba
muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse
me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la
mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa.
Pero después me volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese
sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño.
Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía
que había seguido lloviendo sin parar. Se notaba en que el ruido del río
era más fuerte y se oía más cerca… Se olía, como se huele una quemazón,
el olor a podrido del agua revuelta.
A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas.
Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba metiéndose a toda prisa
en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua
se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta.
La Tambora iba y venía caminando por lo que era ya un pedazo de río
echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún lugar
donde no les llegara la corriente.
Y por otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber
llevado, quién sabe desde cuándo, el tamarindo que estaba en el solar de
mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único
que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la
creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el
río en muchos años.
Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero
de agua que cada vez se hace más espesa y oscura y que pasa ya
muy por encima de donde debe estar el puente. Allí nos estuvimos horas
y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por
la barranca, porque queríamos oír bien lo que decía la gente, pues abajo,
junto al río, hay un gran ruidazal y solo se ven las bocas de muchos que se
abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por
eso nos subimos por la barranca, donde también hay gente mirando el río
y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que el río
se había llevado a la Serpentina, la vaca esa que era de mi hermana Tacha
porque mi papá se la regaló para el día de su cumpleaños y que tenía una
oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.
No acabo de saber por qué se le ocurriría a la Serpentina pasar el río
este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía de a diario. La
Serpentina nunca fue tan atarantada. Lo más seguro es que ha de haber venido
dormida para dejarse matar así nomás por nomás. A mí muchas veces
me tocó despertarla cuando le abría la puerta del corral, porque si no, de su
cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados, bien quieta y
suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.
Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió
despertar al sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas. Tal vez entonc
se asustó y traó de reges pero al volverse se encontró entreverada y
acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez
bramó pidiendo que le ayudaran. Bró como solo Dios sabe cómo.
Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no
había visto también al becerrito que andaba con ella. Pero el hombre dijo
que no sabía si lo había vi Dios los ampare a ls dos.
La apuración que tienen ena Tach} se quedó sin nada. Porque mi
papá con mucho trabajo había conseguido a la Serpentina desde que era
u} corral, revolcándose
en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.
Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo
que pudo; pero