Historia, pregunta formulada por 224191510, hace 7 días

Antes de la republica liberal, ¿Podrían practicar públicamente su religión?

Respuestas a la pregunta

Contestado por stefanymacotela64
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Respuesta:

La corriente que durante el siglo XIX se denominó catolicismo liberal tiene raíces que se remontan varios siglos atrás. En este caso, a la época del Renacimiento, ligadas al llamado humanismo cristiano, cuyo principal exponente fue Erasmo de Róterdam, y para el caso español, el grupo de intelectuales reunidos en torno a la Universidad de Alcalá de Henares, fundada por el cardenal Jiménez de Cisneros.

Más adelante, en el siglo XVIII, la Ilustración influyó en varios círculos de católicos franceses, belgas, alemanes y neerlandeses, constituyéndose doctrinas (galicanismo, molinismo y Josef ismo, entre otras) que exaltaban el individualismo y la racionalización de las concepciones y expresiones religiosas (libre albedrío, moral austera, rechazo a las prácticas barrocas) al igual que una modificación de la organización religiosa, al apoyar los intentos de creación de Iglesias nacionales.

Explicación:

Luego de la Revolución Francesa, y a raíz del avance del liberalismo en Europa, además de la reacción de gran parte del clero católico, guiado por el papa, se dio así mismo una nueva etapa del intento de conciliación entre los principios cristianos y las ideas surgidas de la Ilustración. Este intento fue liderado en su mayoría por laicos y el bajo clero. Sus propuestas, con mayor o menor éxito, influyeron sobre la Iglesia en la manera de ver las nuevas condiciones político-sociales. De acuerdo con algunos especialistas, este intento se inscribe dentro de una tendencia intelectual denominada neocatolicismo y es definida por el primero como una propuesta de «escritores de la fe católica que modificaron la expresión de esta fe para justificarla a los ojos de un público moderno separado de la Iglesia».

El neocatolicismo tuvo mucha influencia del catolicismo ilustrado del siglo XVIII. Por otra parte, las propuestas neocatólicas durante el siglo XIX, época caracterizada por un dominio de las corrientes tradicionalistas en la institución eclesiástica, tuvieron que soportar resistencias externas e internas, teniendo que adoptar entonces posiciones defensivas.

La oportunidad para estas corrientes se dio gracias a que si bien la ciencia moderna había quitado a la religión la posibilidad de explicar el mundo y el destino del ser humano, no había podido aportar por sí misma nada que pudiera reemplazar los valores morales tradicionalmente unidos a la representación religiosa del universo. De esta forma la religión logró mantenerse en escena con credibilidad; por otra parte ella tenía la ventaja de que la verdad que enseñaba incluía el destino del hombre, algo que la filosofía de las luces no podía ofrecer.

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