Castellano, pregunta formulada por Usuario anónimo, hace 16 horas

Añorar, ansiedad, y volver a fantasear
Karol González, 14 años

Era un nuevo día en donde me temblaban hasta los pensamientos. La palabra cuarentena y pandemia estaba en todos lados,
aún más que en las semanas anteriores. ¡Hasta en la sopa aparecía ya! No pienses en la cuarentena, decían, pero cuídate de la
pandemia, decían también. Al menos para ese entonces no parecía ser tan malo para otros; los departamentos vecinos se
unían en coro para cantar canciones alegres. Parecían más libres en tiempos de encierro, solo para dejarnos el mensaje de que
no importa qué estás viviendo, todo depende de cómo lo veas. Me asomaba por el balcón a veces y no veía más que calles
vacías, uno que otro transeúnte con mascarilla, con una historia propia encima. En aquel momento solo deseaba saber
aquellas historias, pues hubiese soñado con ellas y así todos los días dejarían de parecer iguales; sin nada qué hacer y a la
vez hacer siempre lo mismo. Parecía ser que ahora no me quedaba más que añorar salir a las calles para decir que por mí no
saldría jamás. Decían también que una mente ocupada no extrañaba a nadie y una desocupada extrañaba a todos. Y lo hacía
de verdad. Los extrañaba a todos. Aunque nunca me agradó hacerlo, lo primero que haría al acabar todo esto sería abrazar.
Nada como encontrar en ti mismo la paz, me dije al día siguiente. Pero la perdí cuando abrí el balcón y no hubo ni brisa, ni
ruidos. Solo silencio. ¿En dónde estaba lo hermoso?, ¿A dónde se había ido? Sentada esperé un cambio de ambiente que
jamás llegó. Las opciones de hallar una distracción factible se agotaban y ya el hacer lo mismo, era difícil. Era como intentar
resolver el problema de matemática una y otra vez. Mamá, por su parte, parecía no extrañar nada. Todos los días se sentaba
frente a su computador a retomar su trabajo. En algún punto del día, guiándose del horario establecido a mi segundo hermano,
se sentaba con él para ayudarlo en sus actividades. Y mientras realizaba todo lo anterior se ocupaba de mi tercer hermano, el
más pequeño. Supongo que aquel estrés que reflejaba era suficiente para no añorar su exterior. Aún así salir no parecía
satisfactorio en tiempos de pandemia. Usar tapabocas era horrible e incómodo. Sentías el aire caliente pegándote en la cara y
te picaba por el material. Pero esperen, que los guantes eran peor. El látex era ajustado y rechinaba. Ajustarlo era admitir que
mis manos sudaban mucho. Pero usar ese par era mejor que nada. Era una protección, que a pesar de tanta insistencia, no te
protegía de todo el conflicto. Era mejor que andar en manos de Dios, aunque no creyera en él. Una tarde me encontré con la
cantidad de muertos actuales en el país mientras vagaba por Instagram. Pensé en el número y me fijé en el hecho de estar tan
mal, que no había otra cosa para hacer más que concentrarse en no ser el siguiente.
En las calles estaba de nuevo ese silencio. Mi música era la única que se hacía oír, o eso quería creer. Todo estaba apagado y
lleno de ansiedad. Alguien pasó corriendo frente al departamento el otro día; lo vi desde el balcón. No tenía protección puesta
y me molesté muchísimo. No sé por qué. Quizá el hecho de su exposición a cualquier cosa afuera, quizá el creer que puede
vencer lo invencible. Salir ilesos no significa haber dicho la última palabra, ¿o sí? Pero ahora, unos meses después, por alguna
razón he vuelto a escribir. He vuelto a fantasear con la idea de que el mundo vuelva a ser algo que ya no es. Y aquí estamos,
esperando a ver qué cambia, como si fuera una pesadilla de la cual anhelamos despertar. Ojalá pudiera abrazar sin miedo y
salir aunque no me guste hacerlo. Ojalá nadie más muera. Eso me llenaría el alma otra vez. ¿Les llenaría a los demás?.

¿Qué te ha parecido el cuento?

Respuestas a la pregunta

Contestado por perezwwider
0

Explicación:

tu cuento es bonito pero tú le escribiste o lo escribió otra persona

me ha parecido muy bienvenida tu cuento me gustó


Usuario anónimo: nmms k?
Otras preguntas