Anglicanismo surgió en 1534, cuando el rey inglés Enrique VIII separó a la Iglesia de su país de la obediencia al papa, que se negó a aceptar el divorcio del rey. Entre otras características encontramos *
1 punto
Aplica dogmas de la iglesia católica y del budismo
Fueron muy cercano a las ideas de Roma
Aceptaban la figura del papa
Dominaron la zona de Inglaterra y parte de Irlanda
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
SI APLICA TODO :V
Explicación:
Respuesta:A los pocos días de acceder al trono, Enrique VIII anunció su intención de casarse con Catalina de Aragón. Aunque tenía solo 17 años, era consciente de la importancia de la cuestión dinástica. Ansiaba dos cosas: un heredero varón y la gloria personal. Pero la suerte no le sonrió.
Durante sus casi cuarenta años de reinado, Enrique se convirtió en una figura colosal en Inglaterra, a la que redefinió con mano firme y ampliamente respetada. Sin embargo, sus intentos de jugar en la liga de los grandes monarcas europeos se estrellarían una y otra vez contra una realidad esquiva que le relegó a mero comodín. La huella en el continente la dejaría al final por el cisma religioso y el posterior aislamiento de Inglaterra, un quiebro decisivo en la historia del país al que se vio abocado por el fracaso dinástico de su matrimonio con Catalina.
La obstinación del rey
La unión había sido feliz, pero no fructífera. Tras varios abortos naturales y muertes prematuras, hacia 1526 Enrique vio claro que no podría tener un heredero varón mientras siguiera casado con Catalina, que contaba ya 41 años. El matrimonio solo había engendrado una hija, María, y la idea de que una mujer reinara, algo inédito en Inglaterra, era inconcebible.
Catalina de Aragón fue la primera esposa de Enrique VIII. TERCEROS
Poco a poco, se acentuó la aversión de Enrique por Catalina, al tiempo que aumentaba su amor por Ana Bolena. Enrique VIII se decidió a buscar, por todos los medios, la anulación de su matrimonio con Catalina para poder casarse de nuevo y tener un hijo. Empezó autoconvenciéndose de que su primer matrimonio era contrario a la Biblia. Fue el primer atisbo de la tendencia de Enrique, que se haría cada vez más acusada, a convertir sus deseos en la ley de Dios.
Enrique VIII apeló al papa Clemente VII para que anulara el matrimonio con Catalina de Aragón.
Apeló a Roma para que anulara el matrimonio. Los papas normalmente se plegaban a las peticiones reales de este tipo, pero Clemente VII se encontraba bajo el yugo de Carlos V, que lo había hecho prisionero tras el saqueo de Roma y que no estaba dispuesto a que la princesa María, prima suya, fuera desheredada. Tampoco ayudó el romance de Enrique con Ana, conocida como “la ramera del Rey”.
Durante tres años, Enrique albergó la esperanza de una anulación con beneplácito papal. Enrique era un católico devoto, pero necesitaba una solución. Thomas Cromwell le ofreció la única posible: abolir la jurisdicción papal y separar la Iglesia inglesa de Roma, convirtiéndola en un departamento espiritual del Estado bajo la batuta del rey como único representante de Dios en su reino. Enrique, que lo había intentado ya todo, suscribió de buena gana la propuesta. Era revolucionaria y significaba renegar del papa, pero reforzaba su posición y poder como monarca.
Tomás Moro, uno de los consejeros del rey, se negó a reconocer la supremacía real. TERCEROS
Enfrentamiento con el papa
La ruptura con Roma fue gradual. El Parlamento publicó una lista de agravios contra la Iglesia, y esta se doblegó a la exigencia de Enrique de que toda la legislación eclesiástica quedara sujeta a la aprobación real. Siguieron sendas leyes que prohibieron el pago de impuestos a Roma y las apelaciones al papa.
Clemente VII continuó negándose a ceder en el asunto del divorcio, pero accedió en 1533 a nombrar arzobispo de Canterbury, el puesto más alto de la Iglesia en Inglaterra, a Thomas Cranmer, candidato de Enrique. Cranmer declaró nulo el matrimonio con Catalina y coronó reina a Ana, con quien Enrique se había casado en secreto meses antes. El papa contraatacó excomulgando al rey, pero ya era demasiado tarde.
La ruptura definitiva con la Iglesia de Roma se produjo con la aprobación del Acta de Supremacía.
Un año después, el Parlamento formalizó la ruptura definitiva aprobando el Acta de Supremacía, que convirtió al monarca en cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra. Ello le planteó dos problemas fundamentales. En primer lugar, debía llenar de contenido la religión de la nueva Iglesia sin traicionar su fe católica y sin dar alas a la pulsión protestante. Segundo, no le quedaba más remedio que eliminar toda oposición interna forzando a sus súbditos a reconocer la supremacía real bajo la amenaza de ser acusados de traición y ejecutados de acuerdo con una nueva ley ad hoc.
Enrique VIII disolvió los monasterios y transfirió las riquezas a la Corona. TERCEROS
Déspota con la ley en la mano
Enrique borró de un plumazo su reputación de rey magnánimo y respetuoso con las libertades de su pueblo y se convirtió en un tirano. Toda revolución tiene sus víctimas, y en esta rodaron cabezas sin parar, entre ellas, la de Tomás Moro y las de muchos otros católicos que se negaron a aceptar el nuevo orden.
Explicación: