Análisis de la pintura lo imposible de René Magritte tomando en cuenta las tres frases
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René Magritte (1898-1967). Después de haber desarrollado una actividad artística influenciada por la búsqueda vanguardista (Futurismo, Cubismo órfico, Nueva Objetividad) en 1923 entra en contacto con la pintura de De Chirico y se acerca gradualmente a las ideas surrealistas. En 1926 conoce a André Breton y al grupo de París, ciudad donde reside hasta 1930, cuando regresa a su país, Bélgica.
La pintura de Magritte parte de la metafísica de De Chirico y su recurso a la asociación imprevisible de elementos sin relación lógica entre sí para producir una atmósfera de extrañamiento y misterio. Influenciado también por Max Ernst, introduce en sus obras imágenes corrientes y objetos familiares tratados de forma realista, para luego relacionarlos entre si o transformarlos de manera que subvierten la idea que teníamos de ellos.
Magritte quiere que la pintura sea un instrumento para profundizar en el conocimiento del mundo, un conocimiento que sea inseparable de su misterio. Desaparece, pues, la barrera entre interior y exterior, cambia la relación entre el objeto y el nombre que lo designa, se alteran las relaciones de escala y se trastocan las perspectivas espaciales y se sugieren relaciones más complejas entre el lenguaje y el mundo de los objetos.
El cuadro representa al artista en una habitación cerrada, pintando en el aire una mujer sin ropa que va surgiendo de la nada conforme el pincel avanza. No se sirve de ningún modelo fémino, sino que parece que de su propia cabeza, nace en su arte, esa mujer. Sin embargo esta se presenta como suspendida en el espacio, como un holograma, que por decirlo de algún modo, surge del pincel del artista. En primera instancia, la interpretación mundana que, en mi opinión, mas puede generalizarse, es que simplemente nos encontramos ante un autorretrato de Magritte, dibujando una mujer. Pero si centramos nuestra atención en la obra e indagamos en ella como navegando en la misma, nos percataremos de que la mujer no tiene razones físicas ni naturales, para existir, únicamente se da en la conciencia, en el pensamiento del autor. Por lo tanto, el artista podríamos afirmar que se ha mantenido acérrimamente en la indubitabilidad de su consciencia, en su plano indubitable de inmanencia. En pocas palabras, la mujer suspendida en el espacio, es el frio reflejo de su idea verdadera poseída, la cual no depende de lo real (lo dado), que en este caso se correspondería con un modelo físico de mujer, para existir, sino que simplemente con que nazca conceptualmente en su pensamiento (al igual que podría haber nacido cualquier imagen de los límites de lo monstruoso), tiene todo el derecho del mundo para existir, no se encuentra en duda con lo real (con el ficticio modelo de mujer), ya que lo ideado, dentro de su idea, contiene todo lo necesario tanto formal, como objetivamente para darse en un mundo.
Sin embargo, ¿Cómo llega a su cabeza, dicha imagen de mujer? Podría decirse que mediante las variaciones imaginarias correspondientes, Magritte ha alcanzado el eidos de mujer, pues su obra contiene todo aquello que no ha de faltarle a la mujer para ser considerada como tal, de manera que como apreciamos en el cuadro, la figura ha sido despojada de su extremidad superior izquierda, pero aun así, esclarecemos sin duda alguna, que lo que se presenta ante nuestros ojos, es una mujer.