analisis de la cancion "iluminados por el fuego" de leon gieco
por gente ayudenme
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Explicación: ah? V:
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leon gieco iluminado por el fuego (musica no pelicula)
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alvinas, como Madres, Abuelas, Dictadura y hasta Perón, es para los argentinos una de esas palabras con resonancia histórica, que evoca más de lo que designa directamente. Pero, a diferencia de los otros ejemplos, que son más o menos unívocos, Malvinas refiere a varios eventos distintos: las poesías y discursos escolares, la invasión de 1982, la impensable guerra, la soledad de los soldados a su vuelta y el archipiélago mismo, ese que pocos argentinos conocen ni tienen intenciones de conocer. Es difícil acercarse al tema Malvinas sin que un tema impregne al otro: si se pone en duda la soberanía argentina en las islas se corre el riesgo de ser acusado de estar en contra de la patria y de no ser solidario con los jóvenes soldados que tan brutalmente fueron utilizados y olvidados; si, en cambio, se privilegia la reivindicación y reconocimiento de los veteranos, es difícil no hacerlo desde un lugar nacionalista y beligerante. Así, las islas se sumergen en la bruma de las declaraciones altisonantes pero huecas. La única alternativa parece ser el silencio.
Iluminados por el fuego aparenta encarar sólo una de las cuestiones: la de los veteranos de guerra abandonados a su suerte luego de su escarnio inútil. Basada en el libro del ex combatiente Edgardo Esteban, la película alterna sus vivencias actuales, luego del intento de suicidi- de unos de sus compañeros, y en 1982, en el campo de batalla. El personaje Esteban está “gastonpaulsteurizado”: un periodista sensible, que hace notas sobre los piqueteros, que no puede dejar de mirar a los cartoneros que revuelven la basura mientras él maneja su auto y que sabe escuchar a sus interlocutores, quizás más especialmente cuando ellos son de un estrato social inferior. Buena parte de las escenas en Malvinas y la totalidad del relato actual se resuelven mediante conversaciones. A una conversación entre los tres conscriptos en las islas le sigue una de Esteban con la mujer de su compañero al borde la muerte; el periodista le habla hasta al propio veterano en estado de coma. Tristán Bauer no puede resolver estas escenas de ninguna otra manera que con gigantescos primeros planos, más televisivos que cinematográficos, que cubren la pantalla con igual mecanicismo, sin importar que el contexto sean las islas en el medio de la guerra o un bar en Buenos Aires más de dos décadas después. La llegada de los ingleses a las Malvinas sacude la película y las secuencias del ataque sugieren, al menos, un gran esfuerzo de producción. La mejor escena muestra a los soldaditos derrotados, tristes y cansados, que encuentran una pelota de fútbol y arman un picado en el barro: el sinsentido de la situación queda expresado visualmente, sin discursos. En el final, Esteban vuelve a las islas a cerrar la historia. Así contada, la película parece estrictamente un homenaje, si bien cinematográficamente limitado, a los jóvenes muertos en las islas y a quienes volvieron al continente entre la indiferencia y el dolor. Pero como se trata de Malvinas, es difícil que un tema no se superponga con los otros: se requiere una personalidad y un dominio de la técnica cinematográfica que Bauer parece no tener. Así es como, por inseguridad, por superposición de voces o de guionistas, la película se sale una y otra vez de ese sendero para dar cabida a interpretaciones generales sobre la soberanía en las islas, la conducta de los altos mandos, las posibilidades militares de los argentinos, etc., que no pueden ser sino generalizaciones reaccionarias y de un nacionalismo decimonónico. El problema es que la autoridad moral que otorga el hecho de que la película esté basada en los recuerdos de un ex combatiente se traslada imperceptiblemente a sus afirmaciones acerca de la soberanía y el conflicto. Así, la película, lejos de abrir un debate, lo cierra, a partir del peso emocional asociado al calvario de aquellos muchachos, algo así como un autoritarismo sentimental que ahoga cualquier discusión. Por más justa y necesaria que sea hoy la reivindicación de esos chicos abandonados, no debería condicionar ni la mirada sobre la película, ni las ideas respecto de las islas.