Contabilidad, pregunta formulada por jfaria5000, hace 17 horas

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Contestado por lopezsania515
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Respuesta:

En las relaciones surgen los conflictos psicológicos

En las relaciones con los demás surgen los conflictos psicológicos sin resolver, conflictos reprimidos bajo capas de pensamientos. Cuanto más cercana o íntima sea la relación, más fácil será que emerjan dichos problemas. Y no se pueden obviar, o se resuelven los conflictos que a cada uno le van surgiendo, o la relación no crecerá, no será armoniosa.

Estos conflictos sin resolver conducen a relacionarse controlando, criticando, compitiendo, manipulando, comparándose, buscando alianzas y luchando, mintiendo, disimulando… y, sobre todo, culpando, culpando por todo y a todo. Paradójicamente, cuando se han destruido las relaciones actuando de esta manera, muchos se preguntan por qué no consiguen ser felices.

A lo largo de nuestra última novela, titulada 'A través de unos amigos', tratamos de desvelar y dar pautas sobre cómo hacer que las relaciones fructifiquen. La premisa principal es considerar las relaciones como una fuente de aprendizaje, el lugar en el que desvelar nuestros propios conflictos y aprender a resolverlos. Si actuamos de este modo, nuestras relaciones serán cada vez mejores.

A la raíz a través de los efectos

Fijándonos en nuestras actitudes y comportamientos en las relaciones, podemos deducir, en términos generales, cuáles pueden ser nuestros conflictos psicológicos sin resolver. Vamos a exponer algunos ejemplos, los más habituales… No se juzguen, la humanidad tiene pendiente resolver estos problemas.

- Si se compara con los demás es debido a que teme ser menos, teme no ser valioso o que le minusvaloren.

- Si se da cuenta de que está tratando de encontrar defectos en otra persona, si busca rebajarla aunque sea sólo en su mente, es debido a que tiene envidia, pero no se critique por ello, aprenda a resolverla. La envidia es la consecuencia de que se ha sentido menos que otro (fruto de la comparación) y esto lo teme, le enfada. Si la envidia es muy fuerte, puede incluso intentar hacer algo para que le vaya mal a esa persona y su mente encontrará alguna manera de justificar ese comportamiento… no lo haga, el más perjudicado será usted mismo.

- Si nota una actitud orgullosa, de superioridad, es porque tiene miedo a sentirse inferior, a ser menospreciado. Íntimamente se ha sentido o se siente torpe y trata de sobreponerse con una actitud orgullosa. Si busca que le valoren y compite, es porque interiormente se siente poca cosa y trata de sobresalir y que le reconozcan. No hay nadie inferior a los demás, todos somos valiosos.

-Si trata de llamar la atención continuamente o no puede estar casi nunca solo, es porque siente un vacío interno al que teme, como si dejara de existir cuando pasa desapercibido.

- Si rechaza a alguien, por los motivos que sean, es porque esa persona despierta en usted algún conflicto que le atemoriza (pero ese conflicto no tiene por qué ser el mismo que usted ve en el otro).

- Si muestra prepotencia, evidentemente tiene miedo a que le vean poca cosa. Si quiere que le vean fuerte, teme esa debilidad que a veces siente internamente y trata de que no se note, ni siquiera usted quiere notarla.

- Si es seductor, quiere captar a personas y desarrolla estrategias para lograrlo, esto es debido a que le interesa conseguir algo, puede ser dinero, o que le quieran, que le admiren por el aspecto de su pareja…, por consiguiente teme lo contrario, la pobreza, la soledad, el menosprecio… no es que haya que conformarse, el problema es el miedo.

Todos estos miedos afectan a nuestra vida diaria y a nuestras relaciones. Hay más, pero todos tienen solución.

Recibir y aportar

Tener buenas relaciones personales requiere también entender que estas deben ser bidireccionales. Muchos quieren tener pareja "para que les haga feliz", la familia "está ahí para apoyarme y darme lo que necesito", los amigos "para pasármelo bien". De ese pensamiento egocéntrico surge también la sentencia no menos egocéntrica de "esa persona no me aporta nada". Este egocentrismo, que da lugar a relaciones tormentosas, surge del temor a no tener lo que se necesita, y suele desembocar en las carencias que se temían. Para tener lo que se necesita hay que aportar, no sólo esperar recibir.

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