Alguien que me ayude?? Le doy coronita
Investigar sobre la realidad de los pueblos originarios en nuestro país, y determinar cómo son percibidos para el resto de la sociedad y si tienen las mismas oportunidades académicas y laborales que aquellos que no pertenecen a una comunidad originaria. Se puede hacer hincapié en un pueblo.
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Pueblos indígenas y pobreza
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te– en negar la existencia del indígena, en “folklorizarlo”, convirtiéndolo
en un elemento exótico, deshumanizado, parte del paisaje rural que se
mimetiza en la exhuberancia de la flora y la fauna latinoamericana.
Esta lamentable invisibilización del indio (si se me permite utili-
zar tan ambigua expresión) ha retrasado considerablemente el estudio
riguroso tanto de su condición actual como de su historia. Recordemos
que, a partir de su acendrado “europeísmo”, algunos de los principa-
les autores de la tradición socialista llegaron a calificar a los indígenas
como “pueblos sin historia”. Ello constituye un monumental equívoco,
que escamotea el hecho de que su historia como pueblos vencidos y
sojuzgados fue escrita por sus opresores apelando a groseras simplifi-
caciones y congelando toda la dinámica del mundo indígena en el mo-
mento en que se produjo su derrota. Debemos a José Carlos Mariátegui,
el insigne marxista peruano, el haber llamado la atención en la década
del veinte sobre esta inadmisible incomprensión de la problemática in-
dígena en el campo de la izquierda. Ya antes José Martí había adver-
tido sobre las graves consecuencias de la negación de la problemática
de nuestros pueblos originarios para la emancipación de lo que él con
acierto denominara “Nuestra América”.
En todo caso, esta invisibilización del indígena en las Américas
sigue teniendo un carácter oficial, que se refleja por ejemplo en la ac-
tual parquedad de las estadísticas gubernamentales relacionadas con
los pueblos indígenas, un modesto avance de todos modos si se tiene en
cuenta que en el pasado pura y simplemente se negaba su existencia.
Pero este verdadero “ninguneo” de los pueblos indígenas no existe tan
sólo en el ámbito gubernamental: los prejuicios sociales, fuertemente
arraigados en sociedades signadas por una larga experiencia colonial,
contribuyen desde su esfera a la invisibilización de estos pueblos y a la
insensibilización generalizada ante su progresiva degradación a causa
de los avances de la “modernización” y la “civilización”. Ejemplos ro-
tundos de esta criminal negación pueden recogerse en los más diversos
países de las Américas, comenzando por Estados Unidos, en donde el
exterminio de las poblaciones nativas fue una política de estado, hasta
los confines australes del continente. En Argentina, la gran propiedad
terrateniente en la pampa húmeda se constituyó aniquilando a los pue-
blos aborígenes existentes: el operativo recibió el benigno nombre de
“Conquista del Desierto” bajo el supuesto de que nadie habitaba allí,
de que aquello era un desierto que estaba esperando ansiosamente la
llegada de los “civilizadores”. En Chile, el despojo y la brutal agresión
sobre los mapuches tuvieron un nombre por demás apacible y noble,
tan mentiroso como el que se empleara al otro lado de la Cordillera:
la “Pacificación de la Araucaria”. Similares procesos “civilizatorios” se
reprodujeron en Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú y Guatemala, y con dife-
rentes grados de crueldad en todo el resto de Latinoamérica.