alguien POR FAVOR me explica porque la primera guerra fue dinámica?????
Respuestas a la pregunta
En 1914, imágenes de los informativos cinematográficos de la época mostraban el entusiasmo con el que los soldados franceses se montaban en los trenes para marchar hacia el frente, vitoreados además por sus familiares. Por supuesto, ese fervor desapareció en poco tiempo pero ha sido utilizado como un elemento más en una polémica que parece no tener fin, y que puede resumirse en la respuesta a la pregunta ¿el hombre es belicoso y tiene una tendencia natural a pelear con sus semejantes? A lo largo de la historia y hasta la actualidad las respuestas se han agrupado en dos grandes líneas, cada una de ellas defendida por pensadores ilustres: mientras que, por ejemplo, para Thomas Hobbes (1588-1679) el hombre en su estado natural se encuentra en una situación de enfrentamiento con los otros hombres –“una guerra permanente de todos contra todos”–, haciendo imprescindible la existencia de una autoridad para controlar esos impulsos y conformar una sociedad; para Juan Jacobo Rousseau (1712-1788), “el hombre es un ser naturalmente bueno, amante de la justicia y el orden”, siendo las instituciones políticas y sociales –en particular la propiedad– las grandes corruptoras de su inocencia; autores tan influyentes como Karl Marx (1813-1883) han reforzado esta idea. Emanuel Kant (1724-1804) planteó la cuestión de una manera diferente, puntualizando lo que denominaba la “insociable sociabilidad” del hombre, que lo lleva a necesitar de la vida en común pero a la vez a aborrecer la presencia de los demás, que le sirven de estorbo.
Sin embargo, –está claro que las estructuras económicas, sociales y políticas, así como las concepciones ideológicas, crean las circunstancias, proveen las motivaciones y brindan las justificaciones necesarias para desencadenar una guerra.
Hacia el comienzo del tercer milenio antes de Cristo el desarrollo de la agricultura de regadío en Egipto y el Oriente Cercano cambió las características de la guerra, que hasta entonces se reducía a pequeñas escaramuzas entre los integrantes de tribus nómadas, o a conflictos de carácter ritual en los cuales luchaban unos pocos. Sólo cuando los excedentes alimenticios superaron las necesidades de la población se crearon las condiciones como para que una parte de ésta estuviera en condiciones de dedicarse a combatir. Pero como esta relativa “prosperidad” dio como resultado un importante crecimiento demográfico del grupo humano asentado, la defensa de las tierras en las que estaban instalados y más aún la búsqueda de nuevas extensiones cultivables se convirtieron en motivaciones para la conformación de una fuerza militar –una casta liberada de las necesidades de proveer a su subsistencia–, en condiciones de dedicarse a la guerra “a tiempo completo”. A pesar de la significación de este proceso, el hecho más importante fue tal vez la aparición de concepciones políticas y religiosas que justificaban tanto la existencia de un ejército como la necesidad de acabar con quienes eran presentados como “enemigos”.
Desde ese momento, la guerra acompañó a la evolución de las sociedades, con independencia de su organización socioeconómica, de las formas de ejercicio del poder político y de las concepciones ideológicas dominantes. Las motivaciones para su desencadenamiento han sido objeto de estudios variados, que han dado por resultado una amplia gama que van desde las consideraciones ligadas estrechamente a cuestiones económicas hasta las que afirman que la existencia de dificultades domésticas difíciles de resolver generan tensiones a las que se encuentra salida a través de la guerra.
A lo largo de la historia, la guerra fue con harta frecuencia aceptada y valorada positivamente, y no sólo en términos militares: para los griegos, el hombre sólo podía mostrar su verdadera condición moral en el campo de batalla; quien no combatía o se oponía a la guerra era colocado en un rango inferior. Incluso para el cristianismo, a pesar del mensaje pacifista que emerge de las palabras de su fundador, la guerra no es objeto de cuestionamiento; sólo se preocuparon por establecer los requisitos de una “guerra justa”. El pacifismo, entendido como la “no resistencia”, durante siglos quedó limitado a sectas muy minoritarias.