Alguien podría ayudarme a completarlo
Había una vez un pueblo cuyos habitantes eran todos felices. Eran felices todo el día y todos los días. Se me ha olvidado cómo era el pueblo y cómo vestían sus habitantes. No me acuerdo si era invierno o verano en la historia. No recuerdo tampoco por qué eran felices. Por favor, recuérdame todo lo que he olvidado.
Exactamente un año después de que se construyera la muralla, ocurrió una cosa terrible. Un enorme gigante, un hombre grandísimo, apareció y se quedó ante la única puerta del pueblo. Cada vez que alguien intentaba abrir la puerta y salir del pueblo, el gigante saltaba y decía:
“Uhhh” El terrible ruido que hacía aterrorizaba a la gente.
Y los habitantes del pueblo empezaron a tener hambre porque el gigante no les dejaba traspasar las puertas ni permitía que entrara nadie. La comida empezó a escasear y también el agua.
De modo que los habitantes del pueblo se dirigieron a su rey y le dijeron: “Eres nuestro rey y tienes que hacer algo con respecto a este gigante”.
Yo sabía qué tipo de persona era el rey, pero se me ha olvidado por completo. ¿Puedes ayudarme tratando de sentir cómo era este rey?
El rey se puso su armadura y se cubrió la cabeza con su gran casco de plumas. Tomó la espada con su mano derecha y salió del palacio. El rey tenía mucho miedo. “Pero soy el rey”, se dijo a sí mismo. Bajó por la calle principal, seguido de todos sus súbditos, la gente del pueblo. Cuando llegó a la puerta de la muralla, ordenó que la abrieran.
El gigante lo vio atravesar la puerta y, una vez que estaba fuera, dio un salto.
“Puaf”, gritó con todas sus fuerzas. Aquello sonó como un trueno. La tierra tembló. El rey no se movió. Se quedó quieto. El enorme gigante comenzó a empequeñecer. Encogió y encogió hasta que tuvo la misma talla del rey. Luego siguió encogiendo hasta medir sólo unos quince centímetros.
El rey extendió la mano y sujetó al pequeño gigante.
“¿Cómo te llamas?”, preguntó el rey. “Miedo” dijo el gigante enano, y entonces el rey lo puso en la tierra para que pudiera huir metiéndose en la hierba alta que crecía alrededor de las murallas.
FIN.
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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Había una vez un pueblo cuyos habitantes eran todos felices. Eran felices todo el día y todos los días. Se me ha olvidado cómo era el pueblo y cómo vestían sus habitantes. No me acuerdo si era invierno o verano en la historia. No recuerdo tampoco por qué eran felices. Por favor, recuérdame todo lo que he olvidado.
Exactamente un año después de que se construyera la muralla, ocurrió una cosa terrible. Un enorme gigante, un hombre grandísimo, apareció y se quedó ante la única puerta del pueblo. Cada vez que alguien intentaba abrir la puerta y salir del pueblo, el gigante saltaba y decía:
“Uhhh” El terrible ruido que hacía aterrorizaba a la gente.
Y los habitantes del pueblo empezaron a tener hambre porque el gigante no les dejaba traspasar las puertas ni permitía que entrara nadie. La comida empezó a escasear y también el agua.
De modo que los habitantes del pueblo se dirigieron a su rey y le dijeron: “Eres nuestro rey y tienes que hacer algo con respecto a este gigante”.
Yo sabía qué tipo de persona era el rey, pero se me ha olvidado por completo. ¿Puedes ayudarme tratando de sentir cómo era este rey?
El rey se puso su armadura y se cubrió la cabeza con su gran casco de plumas. Tomó la espada con su mano derecha y salió del palacio. El rey tenía mucho miedo. “Pero soy el rey”, se dijo a sí mismo. Bajó por la calle principal, seguido de todos sus súbditos, la gente del pueblo. Cuando llegó a la puerta de la muralla, ordenó que la abrieran.
El gigante lo vio atravesar la puerta y, una vez que estaba fuera, dio un salto.
“Puaf”, gritó con todas sus fuerzas. Aquello sonó como un trueno. La tierra tembló. El rey no se movió. Se quedó quieto. El enorme gigante comenzó a empequeñecer. Encogió y encogió hasta que tuvo la misma talla del rey. Luego siguió encogiendo hasta medir sólo unos quince centímetros.
El rey extendió la mano y sujetó al pequeño gigante.
“¿Cómo te llamas?”, preguntó el rey. “Miedo” dijo el gigante enano, y entonces el rey lo puso en la tierra para que pudiera huir metiéndose en la hierba alta que crecía alrededor de las murallas.
FIN.