alguien me puede realizar un cuento?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:El cuento de la abuela para Miguelito
Ana Lucía Medina Picapedra
–¡Abuela!... Por favor cuéntame otro de tus cuentos!– dijo Miguelito muy sonriente a
su abuela.
–Bueno, bueno… ¡¿Te gustaría uno de hace muchos años atrás?!– contestó ésta, con
una sonrisa gigantesca.
–Sí, sí, sí…
Entonces, la abuela comenzó a contar uno de sus hermosos cuentos…
–Hace muchos años atrás, en un lugarcito escondido entre bosques, lagos y hermosas
montañas, vivía un pequeño principito…
–¿Y cómo se llamaba?– preguntó curioso Miguelito.
–Mmm… ¿Qué te parece Miguelito?
–Sí, sí, que se llamaba Miguelito, ¡como yo!
–Bueno… Miguelito vivía en un castillo gigante, junto a su mamá, la Reina, y su papá,
el Rey. Miguelito tenía todo lo que quería, desde autitos de juguete, hasta caballos de
verdad.
–¿Y en su casa había piscina?
–Sí, tres.
–¡Guau!
–Pero Miguelito no era feliz–, esta frase hizo que el nieto se sorprendiera, –sí, tenía
todos los juguetes que quería, y todo lo que se le antojaba se lo compraban, pero,
verdaderamente él no era feliz.
–¿Pero, si tenía todo lo que quería, por qué no era feliz?
–Porque no tenía amigos, sus padres no lo dejaban salir de los jardines del castillo,
tenían miedo de que alguna persona muy mala lo quisiera agarrar y pedir recompensa
por él, por eso Miguelito era infeliz, además, sus padres estaban siempre ocupados con
asuntos de la realeza y no le prestaban mucha atención.
–¡Pobre Miguelito!
–Miguelito estaba cansado de su vida y resolvió escaparse. Una noche, luego de que
todo el castillo se había dormido, Miguelito salió por una ventana, hizo una soga con
las sábanas y salió por ella.
–¡¿Y no se lastimó?!
–No, pero se podría haber lastimado, porque lo que él hizo no se hace, pero en fin,
Miguelito quería saber cómo era el mundo por fuera, cómo era la gente “normal”,
cómo era todo. Entonces, esa misma noche, Miguelito se escapó y se fue al pueblo.
–¿Y sus papás?
–No se dieron cuenta, porque nunca estaban con él, la única que estaba con él era su
niñera. Cuando ésta se levantó y fue a despertar a Miguelito, se llevó el tal susto de
su vida… Miguelito no estaba en la cama. Enseguida fue corriendo al teléfono que
quedaba al fin de la escalera y discó un número que con nerviosismo terminó en el
7. Por el otro lado de la línea se oía la voz de otra mujer con acento nervioso, era la
madre de Miguelito y parecía que estaba hablando con su marido, explicándole que
su hijo no estaba y que se había escapado.
Pero, mientras sucedía todo eso, Miguelito estaba en una de las calles del pueblo,
sentado en una esquina esperando algo, no sabía lo qué, pero lo está esperando. No
habían pasado aún 5 minutos cuando, de la nada surgieron dos pequeños niños, uno
de más o menos la edad de él, y el otro de como 4 años menos. Miguelito les preguntó
de dónde venían, y dónde estaban sus padres, pero se quedó mudo al oír que ninguno
de los dos sabía quiénes eran sus padres, ni de dónde venían. Los nombres que tenían
se los había dado una señora de varios años, que los encontró cuando apenas eran
unos bebitos, pero ella había muerto hacía un mes, y los dos niños estaban solos
desde entonces, sin saber a dónde ir ni qué comer.
Con todo esto, Miguelito quedó sorprendido y a la vez muy triste…
–¿Y luego, qué pasó? ¿Lo encontraron?
–Luego de varias horas, lo encontraron temblando debajo de un banco, pero no
estaba solo, estaba con los dos niños. Entonces Miguelito les explicó porqué se había
escapado y lo que él sentía, y también les contó que en esas pocas horas que estuvo
en el pueblo conoció a Mario y a Pedro y les contó todo lo que había escuchado de
sus vidas, y que le encantaría que a ellos se les diera todo lo que él tenía.
–¿Y los padres hicieron lo que Miguelito pidió?
–No, hicieron mucho más. Abrieron un centro de entretenimiento, donde todos los
niños del pueblo que no tenían padres, o que necesitaban atención podían ir. En el
centro habían juguetes para todos los niños, libros de cuentos, témperas, camas para
que durmieran y todo como para hacer una gran familia.
Miguelito tuvo lo que quería, más atención de sus padres, pero tuvo que prometer que
nunca más volvería a escaparse, y eso no fue muy difícil, porque ahora Miguelito tenía
amigos y una verdadera familia…
–¿Pero entonces… todos los niños tenían lo que necesitaban?
–Claro… después de que sucedió todo eso, todos los niños del pueblo tuvieron los
mismos derechos, a tener una familia que los amara, a tener una educación, a tener
un hogar, a expresarse, y a todo lo que merecían, pero ellos, todos ellos, también
tenían obligaciones…
–¿Y cómo termina el cuento, abuela?
–¿Cómo quieres que termine?
–¡Y todos vivieron felices para siempre!
–¡Muy bien!... pero ya es hora de dormir.
–¡Buenas noches Abu!
–¡Muy bien!... pero ya es hora de dormir.
–¡Buenas noches, que duermas con los angelitos!
Y con un beso en la mejilla, la abuela se despidió de Miguelito, y éste cayó en el más
profundo sueño.
Fin