Alguien me puede pasar un prólogo cortito
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Respuesta:
1. El paraíso de Abel
Este es un prólogo que García Márquez escribió para el libro Abel Quezada: el cazador de musas publicado en 1989 por la Editorial Joaquín Mortiz. Como un homenaje al caricaturista y pintor nacido en Monterrey, Gabo relata la historia fantástica de un cuadro que le regaló Quezada donde una mujer está bebiendo una copa de vino criollo de una botella a medio vaciar. En las mañanas, la botella del cuadro permanece intacta, pero en las noches el vino desaparece como si la mujer pintada se lo hubiese bebido. Al día siguiente, la botella vuelve a estar a medio vaciar.
Tengo un cuadro de Abel Quezada en el comedor de mi casa. Es el retrato de una mujer de unos cuarenta años sentada junto a una columna roja, solitaria y triste, con una garrafa de vino rosado ya casi vacía y una copa a medio consumir. Lleva una túnica blanca con flores de abril, y un peinado de Mona Maris, y no es posible saber si la luz de sus ojos es por el verde de mar en reposo o por el fulgor de sus lágrimas. Pues tanto su semblante como la soledad de su vino delatan una vieja congoja. De noche, cuando se apagan las luces del comedor, la garrafa está vacía y sólo queda el último sorbo en el fondo de la copa. Pero a la mañana siguiente está otra vez llena hasta la mitad y la copa a medio consumir.