Castellano, pregunta formulada por sofi20071404slgp, hace 9 meses

alguien me puede dar una tesis de la cancion cuando agosto era 21

Respuestas a la pregunta

Contestado por jhor2432
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Respuesta:

No pasó desapercibida la coincidencia de que un día 21 de agosto una mayoría del Tribunal Constitucional diera luz verde al aborto en tres causales. Todos los que vivimos nuestra juventud en los ochenta recordamos la canción de Fernando Ubiergo que hablaba de la incomprensión sufrida por una escolar que no se atrevía a revelar su embarazo, y que terminaba en tragedia: «Cuando agosto era 21 la encontraron boca arriba, con la mirada perdida y su viejo delantal». Escribo de memoria porque -disculpe el lector la autorreferencia- en mis años de universitario aprendí la letra de esta y otras canciones de Ubiergo para animar fogatas y reuniones juveniles al son de una guitarra.

La historia que cuenta «Cuando agosto era 21» nos sigue interpelando. Se trata de una colegiala con unos tres meses de embarazo, producto de un romance adolescente, que se oculta en «los pilares de los viejos pasadizos para esconder al hijo que pronto le iba a llegar». La canción denuncia el ambiente de prejuicios e incomprensión que rodea a la muchacha: el cura le habla de pecado, el abogado de lo legal, y el profesor se queja de la «inconsciencia de la juventud actual». La única recomendación que se le da es recurrir al aborto: «No faltaron los consejos que le hablaron de pastillas, de una vieja mujercilla que el trabajo lo hace bien». La letra agrega que no faltó «la buena amiga, esa amiga entre comillas, que le dio una dirección».

Esta «amiga entre comillas», que aconseja la solución facilista, será ahora la ley que «despenaliza el aborto en tres causales». Le indicará una dirección donde la mujer podrá librarse de un embarazo difícil mediante la supresión del hijo que espera. La sociedad lavará su conciencia por no apoyarla y, con la excusa de que la está empoderando y permitiendo que decida sobre su cuerpo, la dejará sola. Será ella la que deberá luego cargar, igualmente sola, con la fractura psicológica de haber requerido la muerte del niño que llevaba en su vientre, aunque haya sido el producto de una violación o haya padecido una grave enfermedad. ¿Y si a pesar de todo resiste las presiones del ambiente y la indicación legal que le asegura que se resolverán todos sus problemas abortando? Se le dirá, entonces, que ya que ha decidido libre y voluntariamente tener ese hijo, que se haga cargo de su crianza, sin esperar que otros la ayuden.

Mucho se ha insistido en que la ley de aborto es contraria a la vida del que está por nacer. Es cierto, pero su primera víctima es la misma mujer. Las leyes de aborto son de un machismo disimulado pero brutal. En vez de acompañar realmente -no con el «acompañamiento» mentiroso contemplado en el proyecto-, los varones podrán eludir sus deberes para con el hijo que han engendrado, ya sea convenciendo a la mujer para que lo aborte o, más tarde, negándose a colaborar en su manutención, ya que ella misma quiso tenerlo.

El mensaje de «Cuando agosto era 21» grafica muy bien la situación: la adolescente es abandonada por todos. Su verdadero drama no es el hijo que ha concebido, sino el rechazo a su maternidad, la falta de acogida y de comprensión de la familia, la escuela, la Iglesia y de toda la comunidad.

Se ve cuán fantasioso es pensar que una ley de aborto vaya a expandir la autonomía de las mujeres. Como si se dijera que con una ley que autorizara a los trabajadores a renunciar a sus derechos (recibir menos del sueldo mínimo o trabajar las vacaciones), se estaría ampliando su libertad y poder de decisión… Análogamente, la prohibición legal del aborto es una forma de proteger a la embarazada, para que no sea víctima de presiones y abusos en momentos de gran vulnerabilidad.

Al legalizar el aborto, habremos pasado de una sociedad prejuiciosa y poco comprensiva a una sociedad de salidas fáciles e individualistas, propias de una amiga que no es tal.

El estribillo de la canción de Ubiergo advierte que todos los que abandonan a la joven «no han sentido el amor, el dolor, ni en el vientre unos latidos…». Los latidos del vientre materno podrán ser silenciados en un quirófano de una clínica, ahora de modo legal y aséptico, pero seguirán sintiéndose en los oídos de esa mujer a la que una sociedad insolidaria ha dejado sola.

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