Alguien me puede ayudar con el arquetipo de politico
PLEASE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ES URGENTE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Doy 60 puntos
Respuestas a la pregunta
Lol gracias por los 30 puntitos my friend :)
No podemos subestimar nunca lo inconsciente. De haber sido seres racionales, nunca tendríamos problemas en decidir de la mejor manera, ni encontraríamos tan difícil elegir a la persona indicada en cada proceso electoral. La realidad es que no somos así. Sin renunciar a la racionalidad debemos incorporar siempre otros aspectos: lo subyacente es también esencial, y como diría un archi-citado personaje “lo esencial es invisible a los ojos”.
Fernando Collor de Mello consiguió asociarse con la visión del Brasil joven, abierto y democrático. Salió por corrupción sin terminar las reformas prometidas.
Fernando Collor de Mello consiguió asociarse con la visión del Brasil joven, abierto y democrático. Salió por corrupción sin terminar las reformas prometidas.
El problema es que: cuando creemos escuchar principalmente estamos viendo, pero no vemos con los ojos. Analizamos inconscientemente la información que quien habla nos transmite. Es un proceso cerebral, que involucra lugares oscuros de la mente.
Abrir las puertas a un líder político implica hoy desembarazarse de las concepciones negativas que se tienen del oficio y sus practicantes. Un detalle fundamental es que esta percepción negativa, se ha convertido hoy en un arquetipo. El político está mal visto. La sola mención de la palabra política o la auto-denominación como practicante de esta no siempre deshonesta ocupación granjea reacciones propias de quien percibe un mal olor o siente un dolor agudo en el hígado.
Para muchos, ser político es como ser ladrón pero con corbata. No es casualidad que críticas frecuentes se apliquen a dos de las profesiones más rechazadas. Sin embargo, son considerados también como oficios de alta importancia actual: banqueros y políticos. Corbata, traje, expresión seria. ¿Cómo dudar que son lo mismo? Se ven iguales, sólo que el banquero se cuida más, opina poco, si acaso alguna vez lo hace.
Para el ciudadano actual la política es un asunto repelente, o en el mejor de los casos indiferente. Este ha sido el gran éxito y fracaso de las repúblicas democráticas modernas: construyeron acuerdos que, aparentemente, nadie puede trastocar, la vida se hizo más tranquila, más estable si se quiere. Pusimos progresivamente en el pasado las grandes características que admiramos.
Revolución frente a progreso. Todo en un mismo momento, ambos resultaron mitificados y soy paradigmas para millones.
Revolución frente a reformismo. Todo en un mismo momento, ambos resultaron mitificados y son paradigmas para millones.
Sean los padres fundadores norteamericanos, latinoamericanos, o más recientemente los notables políticos que llevaron la transición española, los ciudadanos crecen escuchando las narraciones míticas del discurso común: en el pasado habían grandes hombres, hoy ya no. Los hitos de nuestra historia suelen imaginarse con banda sonora. Creemos que la declaración de independencia tenía a Mozart tocando violín en el fondo, o que Suárez, Carrillo, González y Fraga junto a tantos otros firmaban en el 78 con la “canción de la alegría” en el tocadiscos (o quizá con el mismísimo Leonard Bernstein dirigiendo en el fondo).
Dicen en una conocida escena de una serie actual “¿Qué nos queda una vez que abandonamos la mentira?”. Se trata de una verdad del tamaño de una iglesia, son estas historias las que ayudan a preservar los pilares de una sociedad mejor, pero a la vez trabajan inconscientemente minando las percepciones de los actores de hoy.