¿Alguien me podría dar un breve resumen de "Esa cosa al final de la escalera" de Ray Bradbury?
Por favor
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Respuesta:
¿Qué?
Y fueron hacia el Norte, seguidos por las nubes, hasta parar en la calle principal de Green Town a las tres en punto.
Y gatear, arrastrarse en la oscuridad del pasillo hasta alcanzar a tientas la cama y yacer en la agonía de las aguas a puro estallar, rezando para que llegase el amanecer, cuando esa Cosa tal vez dejaría de esperarlo y se conformaría con las manchas del empapelado, o sería aspirada por la rendija inferior de la puerta del altillo. Y a la derecha, el comedor y la puerta que conducía el pasillo y a la escalera que subía a la noche eterna. Se acercó a la senda que llevaba al pasillo lateral.
Los nudillos de su padre le desgarraron la ceja para exorcizar al fantasma. La puerta, sin llave, comenzó a deslizarse silenciosamente. La casa y el oscuro pasillo aparecían vacíos y expectantes. La puerta se abrió aún más, con un delicado suspiro de sus goznes.
La misma noche que entonces había colgado allí sus cortinas funerarias aún llenaba el angosto ataúd del pasillo. Dio un paso más hacia la noche total. Ninguna luz encendida del pasillo, tres pasos más allá....
Para ahuyentar a esa Cosa, tenía que correr, saltar, agarrar la cadena y prender la luz de un tirón. Pero entonces, levantabas la cabeza y mirabas.
¡Pero nunca encontrabas la cadena!
Porque esa Cosa oscura latía en el aire lista para derribarse sobre tu grito como la tapa de un sarcófago. Un olor a tierra de sótano y polvo de altillo acarició sus mejillas. -Estés lista o no -susurró- aquí voy. Detrás de él, lenta y blandamente, la puerta de entrada se deslizó, enmudecida, hasta cerrarse por completo.
Emil quedó inmóvil.
El pie de la escalera. La escalera. Y esa Cosa al final de la escalera. Muy cuidadosamente levantó la cabeza.
Para mirar la oscura lamparilla hundida en su blanca fosa, muerta, seis pies encima de su cabeza. En algún lugar entre las paredes de su casa, su madre sacudía en sueños, su hermano dormía envuelto en pálidas mortajas, y su padre dejaba de roncar para... «escuchar». Su mano se extendió para alcanzar la cadena de la luz, allí arriba.
La cadena se escurrió culebreando entre sus dedos. Noche. Oscuridad.
Afuera, la lluvia helada caía detrás de la puerta sellada de la mina
Abrió los ojos, los cerró, los abrió, los cerró, como si el parpadeo pudiera tirar de la cadena y encender la luz. Y al fin, alzó la cabeza para mirar arriba, al final, donde la oscuridad se yergue sobre la oscuridad. -¿«Estás» ahí? –susurró. La lluvia golpeó apenas la puerta a sus espaldas, muy suavemente.
-¡Ahora! -susurró. Y haciendo equilibrio entre las paredes frías y sudorosas, comenzó a trepar la escalera. -Estoy en el cuarto escalón -susurró-.
¡No!
-El corazón le palpitaba bajo los brazos, entre las piernas.
Y el fantástico salto final-.
Levantó el puño hacia el aire frío, sólido y oscuro. Aspiró toda la noche invernal.