alguien me pasa algun resumen de la novela cadaver exquisito capitulo 11? por favor.. es para hoy
Respuestas a la pregunta
Entran a la zona de los boxes, pero se quedan en la sala de descanso que tiene un ventanal que da a la sala de insensibilización. El lugar es tan blanco que los ciega.
El más alto se sienta y el otro pregunta por qué no pueden entrar a la sala. Él responde que solo entra el personal autorizado con la ropa de trabajo en regla, que toman todos los recaudos para que la carne no se contamine.
Sergio, uno de los aturdidores, lo saluda y entra a la sala de descanso. Está
vestido de blanco, con botas negras, barbijo, delantal de plástico, casco y guantes. Lo abraza. «Tejo querido, ¿dónde estabas?». «Haciendo el recorrido con los clientes y proveedores. Vení que te presento».
Cada tanto sale a tomar cervezas con Sergio. Le parece un tipo auténtico, uno que no lo mira con media sonrisa porque es la mano derecha del jefe, uno que no está pensando en qué ventaja puede sacar, uno que no tiene reparos en decirle lo que piensa. Cuando murió el bebé, Sergio no lo miró con lástima ni le dijo: «Ahora Leo es un angelito», ni lo miró en silencio sin saber qué hacer, ni lo evitó, ni lo trató diferente. Lo abrazó y se lo llevó a un bar y lo emborrachó y no paró de contarle chistes hasta que los dos lloraron por las carcajadas. El dolor siguió intacto, pero él supo que tenía un amigo. Una vez él le preguntó por qué se dedicaba a aturdir. Sergio
le contestó que o eran las cabezas o era su familia. Que no sabía hacer nada más que eso y que pagaban bien. Que cada vez que sentía remordimientos pensaba en sus hijos y en cómo les estaba dando una mejor vida gracias a ese trabajo. Le dijo que con la carne original, si bien no se erradicó, se ayudó a controlar la superpoblación, la pobreza, el hambre. Le dijo que cada uno tiene una función en esta vida y que la función de la carne era ser sacrificada y luego comida. Le dijo que gracias a su trabajo las personas eran alimentadas y él se sentía orgulloso de eso. Y le dijo más, pero él ya no pudo escuchar.
Salieron a festejar cuando su hija mayor entró a la universidad. Él se preguntó, mientras brindaban, cuántas cabezas habían pagado por la educación de los hijos de Sergio, cuántos mazazos tuvo que dar en su vida. Le ofreció que fuera su mano derecha, pero Sergio le contestó contundente: «Prefiero los golpes». Él valoró esa negativa y no le pidió explicaciones porque las palabras de Sergio son simples, claras.
Son palabras sin bordes filosos.