Alconces pooliticos del Narcotrafico
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En México ya no necesitamos más matanzas, ni de estudiantes ni de criminales ni de integrantes de la seguridad, ni de políticos; México ya tiene ríos de sangre, la sociedad tiene la palabra y la acción para detener las muertes, porque el gobierno, sin presión, nunca lo hará.
Los indicadores que muestra el presidente no establecen el éxito o fracaso en la contención de grupos criminales. Esto se percibe cuando se generan más sentencias, desmantela de raíz a grupos criminales, encarcela políticos mafiosos, y previene socialmente la creación de grupos criminales a través del sistema educativo, laboral y de infraestructura social, pero no porque bajen los homicidios.
El negocio del narcotráfico, es un círculo tan amplio, adictivo y seductor en el que prácticamente todos quedan involucrados: todos nosotros, además de las agencias, tiendas, bancos, y los más beneficiados, que son los políticos y absolutamente todas las autoridades.
Hablar del narcotráfico es, en muchos sentidos, hablar del Estado. Es imposible entender esta actividad sin el papel que ha desempeñado el Estado en su surgimiento, al declarar la producción, tráfico y consumo de algunas drogas como una actividad ilegal. Pero también es difícil entender su poder y alcance sin la protección del Estado a esta actividad. No es sólo el beneficio personal e ilegítimo que obtiene un funcionario encargado de combatir el narcotráfico. Son los beneficios que deja el narco a la economía de un país, los empleos que genera, la infraestructura que crea, los vacíos que llena ahí donde el Estado no llega. Es el papel de proveedor de servicios públicos que el propio Estado no alcanza a desempeñar. En otras palabras, el peso del narco en un país va más allá de la corrupción: es un actor económico importante, y puede llegar a ser imprescindible. Lo que deja la pregunta abierta sobre la legalización de las drogas entre otros asuntos relacionados al debate.
Los indicadores que muestra el presidente no establecen el éxito o fracaso en la contención de grupos criminales. Esto se percibe cuando se generan más sentencias, desmantela de raíz a grupos criminales, encarcela políticos mafiosos, y previene socialmente la creación de grupos criminales a través del sistema educativo, laboral y de infraestructura social, pero no porque bajen los homicidios.
El negocio del narcotráfico, es un círculo tan amplio, adictivo y seductor en el que prácticamente todos quedan involucrados: todos nosotros, además de las agencias, tiendas, bancos, y los más beneficiados, que son los políticos y absolutamente todas las autoridades.
Hablar del narcotráfico es, en muchos sentidos, hablar del Estado. Es imposible entender esta actividad sin el papel que ha desempeñado el Estado en su surgimiento, al declarar la producción, tráfico y consumo de algunas drogas como una actividad ilegal. Pero también es difícil entender su poder y alcance sin la protección del Estado a esta actividad. No es sólo el beneficio personal e ilegítimo que obtiene un funcionario encargado de combatir el narcotráfico. Son los beneficios que deja el narco a la economía de un país, los empleos que genera, la infraestructura que crea, los vacíos que llena ahí donde el Estado no llega. Es el papel de proveedor de servicios públicos que el propio Estado no alcanza a desempeñar. En otras palabras, el peso del narco en un país va más allá de la corrupción: es un actor económico importante, y puede llegar a ser imprescindible. Lo que deja la pregunta abierta sobre la legalización de las drogas entre otros asuntos relacionados al debate.
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