¿Alcanza el enfoque evolutivo para definir a la persona?
Respuestas a la pregunta
Política de principios
Chiapas y los movimientos indígenas (IV)
Juan José Rodríguez Prats
12/06/2012
A casi 20 años del surgimiento del levantamiento zapatista, vale la pena una reflexión profunda sobre la realidad de las comunidades indígenas
Lo que me importa es saber qué puedo hacer con esta rabia, con este cargamento de piedras que quiere salir del pasmo, para romper acosos
Óscar Oliva
Los movimientos indígenas en Chiapas han sido cíclicos, hay muchos testimonios de ello. Jan de Vos, en su investigación La paz de Dios y del Rey, habla de cómo, a finales del siglo XVII, los lacandones fueron exterminados al resistirse a ser cristianizados. En su voluminosa historia sobre esa entidad, Manuel Trens da referencias de estos periódicos levantamientos y en su novela Oficio de tinieblas, apoyada en datos históricos, Rosario Castellanos relata la rebelión a mediados del siglo XIX.
Intelectuales y politólogos vertieron mucha tinta sobre el levantamiento desde el 1 de enero de 1994, pretendiendo explicar los acontecimientos. Tal vez la reflexión más certera la hizo José Saramago:
“Fuimos a Chiapas. Recogimos impresiones, compartimos el dolor y las lágrimas como otros que fueron antes y los que irán en el futuro. Sabemos que tenemos obligación de contar lo que vimos (…) Chiapas no es una noticia en un periódico, ni la ración cotidiana de horror. Chiapas es un lugar de dignidad, un foco de rebelión en el mundo patéticamente adormecido”.
Siendo senador participé en las discusiones a las modificaciones a la Constitución en el marco de los Acuerdos de Larráinzar. Las desavenencias no eran tan profundas. Hasta donde recuerdo, la diferencia fundamental fue considerar a las comunidades indígenas como entidades de derecho público. Otro obstáculo fue lo referente a la socialización en la pertenencia de la tierra, lo cual podía provocar el resurgimiento del reparto de la tierra. Como lo señaló Arturo Warman, las organizaciones indígenas perdieron la oportunidad de lograr avances sustanciales, debido a objeciones más de forma que de fondo.
A pesar de no haberse firmado los acuerdos, es preciso reconocer la decisión valiente del presidente Vicente Fox al permitir el recorrido del ejército zapatista por buena parte de México, y mandar un mensaje desde la tribuna de la Cámara de Diputados, disposición cuestionada por muchos alegando que se ponía en riesgo la seguridad del país. Se podrá decir lo que quiera, efectivamente el conflicto chiapaneco no se resolvió en 15 minutos, pero desde entonces no ha habido nuevos enfrentamientos.
El libro Corazón indígena es en sí una bitácora de cómo don Luis H. Álvarez fue penetrando en todas las zonas del conflicto para llevar a cabo distintas obras sociales coadyuvantes de su solución. Expresa don Luis:
“Cuando fui a las comunidades indígenas de Chiapas en busca de restablecer el diálogo con la dirigencia zapatista, encontré que mientras ésta se ocultó y guardó silencio, las comunidades afines o no al grupo armado mostraban disposición al diálogo y presentaban peticiones de asistencia social”.
Sin duda, los 12 años de gobierno panista destacan por la enorme atención a las comunidades indígenas. Tanto Xóchitl Gálvez como don Luis realizaron un esfuerzo denodado para dar acceso a los más marginados a los servicios básicos.
Vale la pena consignar que el esfuerzo fue del gobierno federal, pues como bien lo señala don Luis, el gobernador Pablo Salazar no tan sólo no cooperó, sino que en cierta forma obstruyó los trabajos de acercamiento. Por su parte, Juan Sabines retiró todo apoyo cuando el subcomandante Marcos denunció que el padre del actual mandatario había cometido una masacre de indígenas en Wolonchán, Chiapas, en
Explicación:
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