Castellano, pregunta formulada por Usuario anónimo, hace 7 meses

al que me encuentre el mito. de la creación desana de Gerardo. reichel dolmatoff


Usuario anónimo: doyvorona
Usuario anónimo: doy corona

Respuestas a la pregunta

Contestado por 6f112010
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Respuesta:

esto fue lo que encontre

Explicación:El sol creó el universo. Se llama Padre Sol porque es el padre de todos los desana. El Sol creó el  universo con el poder de su luz amarilla y le dio vida y estabilidad. Desde su morada, bañada de  reflejos amarillos, el Sol hizo la Tierra, con sus selvas y ríos, sus animales y plantas. El Sol pensó  muy bien su creación, pues le quedó perfecta.  

Nuestro mundo tiene forma de un gran disco, un inmenso plato hondo. Es el mundo de los hombres y  los animales, el mundo de la vida. El color amarillo es el color del poder del Sol y el color de su  morada. La morada de los hombres y los animales, en cambio, es de color rojo, que es el color de la  fecundidad y la sangre de los seres vivientes. Debajo de nuestra Tierra yace otro mundo, que es el  Paraíso. Su color es verde y allá van las almas de los muertos que han sido buenos desana durante  toda su vida. La parte oscura de nuestra Tierra se encuentra en el occidente, donde se oculta el Sol.  Es el lado de la noche, la parte mala.  

El Sol creó primero a los animales y las plantas, y después creó a la gente. Cuando decidió poblar la  tierra hizo un hombre de cada tribu del Vaupés. Hizo un desana y un piratapuya, un uanano, un  tuyuca y otros más, de cada tribu uno. Entonces, para enviar la gente a la tierra, el Sol se sirvió de un  personaje que vivía en un gran lago del oriente. Para poblar la Tierra, este personaje se embarcó en  una gran canoa.  

Era una canoa viva, una gran culebra que nadaba por el fondo de las aguas. La piel de esta canoa culebra estaba pintada de amarillo con rayas y rombos negros. En su interior, que era rojo, venía la  gente que el Sol había creado. (…) Fue un viaje muy largo porque la canoa-culebra estaba subiendo  los ríos para que el personaje que había designado el Sol estableciera a las personas en las  cabeceras. Así seguían por largo tiempo y la gente ya estaba cansada.  

En este entonces aún no se conocía la noche y así viajaron con luz, siempre la luz amarilla del Sol.  Cuando los primeros hombres se embarcaron, el Sol le dio a cada uno alguna cosa, algún objeto,  

para que lo llevara con mucho cuidado. A uno de ellos le había dado una pequeña bolsa negra, bien  amarrada. Como el viaje era tan largo, el hombre abrió la bolsa para ver qué había en el interior. De  pronto, de la bolsa salió una multitud de hormigas negras. Eran tantas que taparon la luz y todo se  oscureció. Así apareció la primera noche. Las hormigas se multiplicaron y los hombres trataban de  invocarlas para que volvieran a la bolsa, pero todavía no conocían las invocaciones. El Sol vino  golpeó la bolsa con una varita, entonces las hormigas volvieron a entrar en la bolsa. Una vez  estuvieron dentro, volvió la luz, pero desde entonces también existe la noche.  

Seguían viajando en la canoa-culebra, pero al llegar a Ipanoré, sobre el río Vaupés, tropezaron con  una gran roca que yacía en la orilla. Las personas, creyendo que ya habían llegado a su destino  comenzaron a salir por un hueco en la punta de la canoa. Además, están cansadas. El personaje que  el Sol había escogido para poblar la Tierra no quería que desembarcaran, pues debía llevarlos a las  cabeceras de los ríos. Entonces tapó el hueco con el pie, pero la gente ya había salido, ya había  salido de la Canoa-culebra e iba dispersándose por ríos y montes. Así que el poblador de la Tierra le  dio a cada hombre los objetos que había traído del lago del oriente. Estos objetos iban a indicar las  futuras actividades de cada tribu. Al desana le dio arco y flecha; al tukano, al pira-tapuya, al waiyára y  al neéroa, les dio la cerbatana y un canasto; al cubeo, una máscara de tela de corteza. Fijó los  lugares donde cada tribu debía establecerse, pero cuando iba a indicar al desana su futuro hogar,  este ya se había ido a buscar refugio en las cabeceras de los ríos. El poblador se embarcó de nuevo  en su canoa-culebra y regresó al lago del oriente.

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