Al finalizar el semestre en el bachillerato. Mónica se levantó temprano, al parecer
ya se había acostumbrado. Saltó de la cama y pensó en la discusión al inicio del
semestre, cuando se preguntaba: ¿por qué tengo que ir a la escuela?
Al llegar a la escuela. No espero más y se dirigió a sus compañeros y les
preguntó.
─Oigan, después de haber pasado este semestres, ¿qué piensan del porqué
tenemos que venir a la escuela?
─Pues yo sigo creyendo que vengo a la escuela para tener una profesión y así
ganar mucho dinero ─respondió Ana.
–Pero ahora te pido que me des argumentos del por qué lo dices ─ exigió León.
─Híjole parece que a ti se te pegó lo visto en lógica. Bien, mira ─replicó Ana─.
Tengo mi tío que es abogado y le va muy bien en lo económico. Mi vecina es
antropóloga y por lo que veo vive en una buena casa y de manera muy decorosa,
lo mismo que mi hermano mayor es ingeniero y es el que está apoyándome con
mis estudios y ya hasta está parando una casa muy bonita, por lo que se
demuestra que toda persona que estudia una profesión le va muy bien
económicamente.
─Pero olvidas a los profesionistas que no tienen trabajo, ¿dónde quedan ellos?
─Insistió León.
–León, si eso que dijo Ana no te convence, te diré lo que pienso ─expuso José─.
Se estudia para aprender cosas nuevas para sobresalir en la vida. Si yo estudio y
aprendo cosas nuevas, entonces podre sobresalir en la vida.
─¡Ahora sí me dejaste con el ojo cuadrado! ─dijo León sorprendido.
─Pues ya ves, estudiar lógica ya me dio herramienta para defender lo que pienso
─repuso José.
Lo que pasa, León, es que tú sólo buscas excusas para no estudiar ─dijo Ana─.
Yo no sé por qué pierdo el tiempo en discutir cosas interesantes sobre el estudio si
tú eres de los peores de la clase, de los más irresponsables. Po lo tanto hablar
contigo es una pérdida de tiempo.
A lo que León molesto inquirió.
─Que yo sepa nadie viene a la escuela por gusto.
─¿Qué te hace pensar eso? ─Preguntó Ana.
Inmediatamente León respondió.
─Hasta ahora no he escuchado a un sólo alumno que vengan por su propia
decisión y por el gusto de conocer, por lo que yo digo que todos vienen obligados.
Dulce que estaba callada durante la discusión, se atrevió a hablar y dijo un tanto
nerviosa:
─Será el sereno, para una persona que no estudia es como un actor que no se
prepara para su actuación, cuando llega el momento de enfrentar el escenario no
sabe qué hacer, lo mismo que uno que no estudia no sabrá enfrentar las
vicisitudes de la vida. Por lo tanto es importante preparase para el futuro.
Francisco aprovechó también para incluirse en la discusión. Y no dejó pasar la
oportunidad de apoyar a León, pues ambos eran amigos, y dijo lo siguiente:
─Yo no me quiebro la cabeza y coincido con León.
─Ay Paco, tú hablas por hablar ─Dijo Dulce. Y luego agregó
─El estudiar sirve de mucho, al menos ahora estamos tratando de encontrar
razones válidas a cuestionamientos que antes no nos importaba o lo tomábamos a
juego.
─Así es ─dijo Ana─, la persona que no cambia su actitud negativa ante el estudio,
no mejora su capacidad de comprensión del mundo, por ello hay que estudiar.
─Ahora sí me dejaron sin palabras ─dijo León, un tanto abrumado.
Francisco, en tono amenazador se refirió a León:
─León no dejes que estas mujeres te convenzan. Por algo tú eres el jefe de grupo
y tu palabra tiene más valor que cualquiera del salón, por lo que ellas deben
respetar lo que tú digas.
─Un momento ─dijo Dulce─, el que él sea el jefe de grupo no implica que por ello
él tenga razón.
─Así es Paco, tengo que aceptar que Dulce tiene razón ─reconoció León, luego
agregó─, Además el maestro de lógica dice que cuando alguien ofrece buenas
razones y no se pueden contradecir, hay que reconocer que uno está en un error,
por lo que tengo que reconocer que las compañeras tienen razón.
En eso llegó el maestro de lógica y pidió guardar silencio porque iba a iniciar la
clase, y Francisco se dirigió en actitud lastimera al maestro pidiendo su apoyo:
─Maestro venga apoyarme porque ya me quedé sólo ante estos tres que están de
acuerdo, y no les puedo ganar, si usted no me apoya quedaré en ridículo ante
todos.
El maestro se rio y dijo a Francisco:
─Francisco, ahora menos voy a ayudarte, pues estás tratando de manipularme y
eso es incurrir en una falacias. Te apuesto a que ni sabes qué falacia cometiste…
Fin
De la lectura anterior construya 6 argumentos falaces,
utilizando PREMISAS, INDICACORES Y CONCLUSION
como en el ejemplo que se muestra a continuación
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