Actualmente, estamos atravesando por una situación de pandemia debido a la Covid 19 y los problemas derivados de esta. En este contexto, dentro de poco se realizarán las elecciones generales 2021. Esta es una oportunidad que nos permite reflexionar con nuestras familias sobre la importancia de la participación democrática, el respeto a la diversidad de culturas, las formas de organización, entre otros.
Sin embargo, observamos en nuestras comunidades, y a través de los medios de comunicación, que muchas ciudadanas y ciudadanos no tienen interés por la participación activa y democrática en el día a día, ni en las elecciones que se desarrollan cada cierto tiempo para elegir a nuestros representantes.
Ante esta situación, ¿cómo podemos las y los adolescentes promover en nuestra familia y comunidad la participación democrática y la convivencia en la diversidad para contribuir con la mejora de la sociedad?
Reflexionamos y respondemos las siguientes preguntas:
¿Cuál es el principal problema que se presenta en esta situación?
b. ¿Qué hay de común con lo que pasa en nuestra comunidad?
Respuestas a la pregunta
Si bien no es la primera vez que aparece este tipo de peligro a causa de un brote epidémico, lo novedoso es que se trata de una cuestión que está amenazando a toda la población del planeta principalmente por impulso de la globalización del transporte.
La emergencia por la pandemia también ha visibilizado las vulnerabilidades estructurales preexistentes y, a la vez, viene generando vulnerabilidades específicas emergentes de esta nueva situación. Ella constituye una situación disruptiva, que genera altos niveles de estrés individual y colectivo. Para muchas personas implica una situación trágica a causa las pérdidas que deben afrontar: pérdida de seres queridos, de la salud, de la vivienda, de bienes, o del empleo.
En lo que respecta a las personas, surgen manifestaciones emocionales como angustia, desconfianza, ansiedad, temor al contagio, enojo, irritabilidad, sensación de indefensión frente a la incertidumbre e impotencia. También han surgido expresiones de discriminación y estigma frente a las personas diagnosticadas con COVID-19, dado que es una enfermedad transmisible, nueva y desconocida.
Estos problemas se complejizan en el caso de personas con dificultades cognitivas que afectan su toma de decisiones, en aquellos que presentan carencias educativas y materiales, que ya estaban en condiciones de vulnerabilidad social por la informalidad o falta de trabajo, por la marginalidad en la cual se encontraban dentro de la sociedad, por su condición etaria o por las carencias de su vivienda.
En lo que respecta a las comunidades, el aspecto clave radica en que dependemos unos de otros para salvarnos. Es decir, las medidas higiénicas de prevención no tendrían efecto si las otras personas no tomaran recaudos, no solo por mantener la higiene, sino también por el nivel de responsabilidad individual y ciudadana en cuanto a la transmisión del virus.
Al mismo tiempo, se pone de manifiesto y se consolida la necesidad de abordar el problema desde una perspectiva multiriesgo: riesgo de contagio, de perder las fuentes de trabajo, de no recibir asistencia médica efectiva y oportuna, o de no contar con agua potable por la activación de otras amenazas como sequias, inundaciones o huracanes.
Por su parte, los gobiernos enfrentan desafíos inéditos en la gestión de la pandemia. Han sido variadas sus posiciones para tratar de disminuir la exposición comunitaria, llegando incluso a establecer una cuarentena obligatoria. En ese sentido, una manera transparente de los gobiernos al asumir decisiones como la cuarentena obligatoria, requiere integrar desde el inicio a las organizaciones comunitarias y a sus líderes en los equipos que enfrentan la crisis.
Al igual que otros desastres, la pandemia se monta sobre un escenario preexistente y pone de manifiesto las fortalezas y debilidades actuales del sistema socioeconómico. Se visibilizan entonces con claridad tanto las vulnerabilidades de las instituciones como aquellas que las propias instituciones pueden producir, amplificando de esta manera el riesgo de desastre (por negar el problema, por no cumplir con sus misiones y funciones o por ser utilizadas en beneficio de personas o grupos minoritarios). Particularmente preocupantes son las medidas que, justificándose en la pandemia, generan mayor desigualdad social o que, en el campo laboral, afianzan y profundizan la informalidad y la pérdida de derechos laborales.
La pandemia afecta a todos, pero no por igual. Las consecuencias son diferenciales según las condiciones de vulnerabilidad individual y social, y también de acuerdo con las capacidades personales e institucionales para afrontarla de manera eficaz.
Asimismo es diferente la significación que adquieren para las personas los cambios en la vida cotidiana derivados de la pandemia: puede decirse que para algunos el aislamiento o el trabajo en el hogar puede ser un beneficio, mientras que para otros puede configurar una mayor fuente de angustia y malestar. De igual manera, la significación y percepción del tiempo para el individuo y para las instituciones no son iguales, pues son procesos que implican diferentes registros. A modo de ejemplo, las personas pueden percibir el desarrollo de una vacuna como un tiempo interminable a causa de la angustia por el temor a la muerte, mientras que las instituciones de investigación, consideran que tales procesos se están desarrollando en tiempo récord.
Explicación: