acróstico con la palabra Itaca
Respuestas a la pregunta
Todos queremos volver a casa, a Ítaca, avistar desde el mar la isla en la que crecimos, volver a ver a la mujer que amamos y que nos espera hace tantos años. Por esta razón, la legendaria isla griega —hogar de Odiseo, Penélope y Telémaco— es la metáfora perfecta del propósito de la vida, de eso que nunca dejaremos de perseguir.
Las Ítacas pueden ser, entonces, casi cualquier cosa: podrían representar el proceso para lograr una meta o para recuperar algo que hemos perdido, incluso, podrían simbolizar el acto de transitar por la vida de principio a fin, para finalmente volver al origen. En un poema iluminador y sólo aparentemente sencillo, el poeta griego Constantino Cavafis habla sobre la importancia de disfrutar el camino hacia nuestra propia Ítaca (cualquiera que ésta sea), pues el viaje es mucho más delicioso que la llegada al destino final.
El poema Ítaca pareciera estar dirigido al héroe Odiseo durante su regreso a casa (el camino del héroe que simbólicamente transitamos durante nuestra vida), pero en su precioso y universal lenguaje nos habla a todos por igual, y nos obsequia gentilmente un consejo que pareciera simple pero que frecuentemente obviamos. Inmersos en una vida de prisas, de recompensas fáciles e instantáneas, es común olvidar que el camino, pensado también como cualquier clase de proceso, no solamente es lo que más puede enseñarnos, sino también lo más disfrutable. Ítaca “no tiene ya nada que darte”, asegura el poeta nacido en Alejandría, por eso es mejor llegar ahí viejo, habiendo vivido aventuras y experiencias.
Los Cíclopes, los Lestrigones y la fiereza del dios Poseidón no aparecerán en tu camino si mantienes un “pensamiento elevado”, asegura Cavafis; los peligros sólo surgirán si los llevas dentro, si tu alma los pone frente a ti. Con estas palabras, el poeta nos recuerda que en muchas ocasiones son nuestros propios demonios los que nos estorban en el proceso hacia alcanzar lo que deseamos (de ahí la importancia de convertirlos en aliados).
El pequeño y deslumbrante consejo contenido en el poema de Cavafis, uno con enormes implicaciones ontológicas, bien podría llevarse a los procesos más sencillos y cotidianos de nuestra vida con resultados sorprendentes e iluminadores; una práctica de esta naturaleza, como filosofía de vida, también podría relacionarse de manera profunda con la meditación, con el trabajo de mantener nuestra mente en el tiempo presente.