acciones q un soldado de cristo realiza
Respuestas a la pregunta
JOHN MACARTHUR | OCTOBER 6, 2016
El 12 de junio de 1944, apenas seis días después de la Batalla de Normandía en la Segunda Guerra Mundial, un joven teniente llamado Richard Winters condujo a sus hombres a las afueras del poblado de Carentan. Como oficial a cargo de la Compañía Easy, regimiento de infantería de paracaidistas de la 101.ª división, estaba a cargo de despejar dicha ciudad francesa de sus defensores alemanes. Sería una pequeña batalla, pero jugaría un papel importante en el esfuerzo masivo para librar al mundo de Adolfo Hitler y los nazis.
Camino al frente y con el éxito de la misión en sus manos, Winters y su compañía comenzaron a recibir fuego de las ametralladoras alemanas MG42. A primera instancia, sus hombres se zambulleron a las zanjas a ambos lados de la carretera en busca de protección. Congelados y sin poder moverse, se convirtieron en presas fáciles para las ametralladoras enemigas y los francotiradores.
Lo que sucedió después resultó ser el punto clave en la batalla por Carentan. El teniente Richard Winters se paró en medio del camino, y con balas silbando a todo su alrededor, comenzó a gritar a sus tropas para que se levantaran de las zanjas y enfrentaran al enemigo. Sus palabras, junto con su acción heroica, motivó a los hombres a ponerse de pie, pelear y así obtener una victoria decisiva sobre los alemanes.
La valentía de Winters, al despreciar su seguridad personal por salvar a sus hombres de una muerte segura, no sólo le gana medallas sino que sus acciones también le valieron el amor, respeto y admiración de sus hombres. Sus hombres le siguieron fielmente a capturar Carentan, a través de la batalla horrifica de las Ardenas y finalmente a conquistar el mismísimo Nido del Águila de Hitler.
Los soldados siguen de manera voluntaria a hombres así, hombres que demuestran actos de abnegación en la más terrible de las circunstancias. ¿Cuánto más debemos nosotros, como cristianos, debemos seguir a aquel que soportó el sufrimiento y la muerte para rescatarnos del destino más terrible de todos, una eternidad en el infierno?
Esa era la idea de que Pablo tenía en mente cuando, al final de su ministerio y después de haber sido encarcelado por el emperador Nerón, escribió para animar al joven pastor Timoteo. Timoteo se enfrentaba a un conflicto grave en su ministerio en Efeso al ser opuesto por herejes, apóstatas y perseguidores que implacablemente buscaban debilitarlo. Al igual que cualquier cristiano que experimenta dificultad por causa de seguir a Cristo, necesitaba que le recordasen de nuevo que su tarea era sufrir penalidades como buen soldado de Jesucristo.