Abraham valdelomar pinto y sus tecnicas modernistas , .
Respuestas a la pregunta
Contestado por
0
Nacido en Ica en 1888, y muerto en Ayacucho en 1919, Pedro Abraham Valdelomar es, de alguna manera, un escritor símbolo de la literatura peruana del siglo XX. Antes que él, hubo escritores notables, como Ricardo Palma o González Prada, pero ninguno vivió exclusivamente de su pluma. Valdelomar es el primer escritor profesional de la historia de la literatura peruana. Valdelomar vivió su infancia en Pisco. La vida en ese pequeño puerto y en sus alrededores influyó considerablemente en su visión del mundo. Esto puede advertirse tanto en su poesía como en su prosa de ficción. Cuando Valdelomar nace a la literatura, un movimiento literario, el modernismo de Rubén Darío, predominaba en América. En sus comienzos el modernismo había cantado a princesas y países lejanos. Había una contradicción importante en la conducta diaria y en la escritura de los modernistas de primera hora, pues de un lado tenían clara conciencia de su estirpe hispanoamericana, eran concientes de que debían escribir de un modo diferente a sus homólogos españoles, pero al mismo tiempo preferían escribir de paisajes y conductas que imaginaban y no que conocían. Valdelomar, forma parte de un conjunto de escritores que en cierto sentido dan un carácter provinciano, local, al modernismo. Así ocurrió con los versos del uruguayo Herrera y Ressig, con el argentino Lugones y con el peruano César Vallejo. Sin conexión directa con ninguno de ellos, Valdelomar exalta la vida familiar que bien conocía. Así ocurre con su célebre cuento El caballero Carmelo, que aparece en el libro El caballero Carmelo y otros cuentos de 1918. En ese cuento se narra las aventuras de un gallo que lleva ese nombre y que es un paladín en las luchas con otros animales de su especie. Pero detrás de esta afición están las relaciones familiares sumamente intensas, el vivo retrato de una sociedad peruana que cambiaba muy lentamente y que mantenía valores como la solidaridad, el afecto entre los familiares y la extensión de este afecto a los mismos animales como el gallo.
Pero a la luz de una porción importante de su poesía y de su obra de ficción, que hemos reseñado, haríamos mal en señalar a Valdelomar como un escritor provinciano y costumbrista, si con estos términos queremos señalar a escritores apartados del tráfago mundial de la literatura. Valdelomar, fue, al mismo tiempo, un abanderado de lo cosmopolita. Siendo un adolescente estudió en el colegio Guadalupe de Lima, ingresó a la Escuela de Ingenieros y a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Y aunque no terminó ninguna profesión, adquirió en los claustros universitarios y en las redacciones de los periódicos una pericia en la escritura que le sería proverbial. Ganado por la actividad política se vinculó al presidente Billinghurst y en 1912 fue director del diario oficial El Peruano. En 1913 fue secretario de la legación peruana en Italia. A su regreso emprende una vigorosa actividad periodística en el diario La Prensa donde labora entre 1915 y 1918. Quienes puedan leer sus crónicas parlamentarias, disfrutarán, como en ningún otro caso, de un periodismo literario de muy alto nivel. Al mismo tiempo Valdelomar está decidido a convertirse en una figura pública que zahiera a los espíritus dormidos, a la amodorrada sociedad limeña y escoge escandalizar. Luis Alberto Sánchez lo recuerda paseándose por el jirón de la Unión con una insolente camisa amarilla, escarpines y monóculo. Otros lo recuerdan en el local del Palais Concert, en el mismo jirón de la Unión, en esquina de la calle Cuzco, diciendo sus célebre frase: El Pero es Lima, Lima es el jirón de la Unión, el jirón de la Unión es el Palais Concert, el Palais Concert soy yo.
En 1916, Valdelomar animó con otros amigos como Percy Gibson o Pablo Abril de Vivero, la revista literaria Colónida. De esa publicación, dijo, años más tarde, José Carlos Mariátegui, que era vagamente iconoclasta, imprecisamente renovadora.
El carácter cosmopolita de Valdelomar, puede advertirse de modo especial en sus Cuentos yanquis donde con una intuición muy profunda capta el sinsentido de muchos de los actos de la sociedad contemporánea. En uno de esos cuentos se narra cómo un empresario convence a los potenciales suicidas para que cumplan su trágico destino en un circo, dando un espectáculo público y dejando dinero para sus familiares. Los Cuentos incaicos de Valdelomar lo vinculan con nuestra historia y los Cuentos chinos son una punzante sátira de nuestra vida política.
Valdelomar fue poeta, periodista, novelista, dramaturgo, pero su contribución decisiva es el cuento. Puede considerársele el fundador del cuento moderno en el Pero en distintas vertientes: el cuento de tema familiar, la narración fantástica como Hebaristo, el sauce que murió de amor o El hipocampo de oro, el cuento satírico, el cuento cosmopolita. Cuando murió con sus 31 años, había escrito cerca de 5000 páginas, muchos más que otros escritores que llegan a una apacible senectud.
Pero a la luz de una porción importante de su poesía y de su obra de ficción, que hemos reseñado, haríamos mal en señalar a Valdelomar como un escritor provinciano y costumbrista, si con estos términos queremos señalar a escritores apartados del tráfago mundial de la literatura. Valdelomar, fue, al mismo tiempo, un abanderado de lo cosmopolita. Siendo un adolescente estudió en el colegio Guadalupe de Lima, ingresó a la Escuela de Ingenieros y a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Y aunque no terminó ninguna profesión, adquirió en los claustros universitarios y en las redacciones de los periódicos una pericia en la escritura que le sería proverbial. Ganado por la actividad política se vinculó al presidente Billinghurst y en 1912 fue director del diario oficial El Peruano. En 1913 fue secretario de la legación peruana en Italia. A su regreso emprende una vigorosa actividad periodística en el diario La Prensa donde labora entre 1915 y 1918. Quienes puedan leer sus crónicas parlamentarias, disfrutarán, como en ningún otro caso, de un periodismo literario de muy alto nivel. Al mismo tiempo Valdelomar está decidido a convertirse en una figura pública que zahiera a los espíritus dormidos, a la amodorrada sociedad limeña y escoge escandalizar. Luis Alberto Sánchez lo recuerda paseándose por el jirón de la Unión con una insolente camisa amarilla, escarpines y monóculo. Otros lo recuerdan en el local del Palais Concert, en el mismo jirón de la Unión, en esquina de la calle Cuzco, diciendo sus célebre frase: El Pero es Lima, Lima es el jirón de la Unión, el jirón de la Unión es el Palais Concert, el Palais Concert soy yo.
En 1916, Valdelomar animó con otros amigos como Percy Gibson o Pablo Abril de Vivero, la revista literaria Colónida. De esa publicación, dijo, años más tarde, José Carlos Mariátegui, que era vagamente iconoclasta, imprecisamente renovadora.
El carácter cosmopolita de Valdelomar, puede advertirse de modo especial en sus Cuentos yanquis donde con una intuición muy profunda capta el sinsentido de muchos de los actos de la sociedad contemporánea. En uno de esos cuentos se narra cómo un empresario convence a los potenciales suicidas para que cumplan su trágico destino en un circo, dando un espectáculo público y dejando dinero para sus familiares. Los Cuentos incaicos de Valdelomar lo vinculan con nuestra historia y los Cuentos chinos son una punzante sátira de nuestra vida política.
Valdelomar fue poeta, periodista, novelista, dramaturgo, pero su contribución decisiva es el cuento. Puede considerársele el fundador del cuento moderno en el Pero en distintas vertientes: el cuento de tema familiar, la narración fantástica como Hebaristo, el sauce que murió de amor o El hipocampo de oro, el cuento satírico, el cuento cosmopolita. Cuando murió con sus 31 años, había escrito cerca de 5000 páginas, muchos más que otros escritores que llegan a una apacible senectud.
Otras preguntas
Castellano,
hace 7 meses
Ciencias Sociales,
hace 7 meses
Ciencias Sociales,
hace 7 meses
Matemáticas,
hace 1 año