A quienes se les domina miserables??
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
las personas que no tienen trabajo
dinero
familia
Respuesta:
Llegué a Los Miserables de Victor Hugo gracias a Lev Tolstói quien en 1891 publicó una lista con los libros que más lo influenciaron repartidos en cinco etapas vitales. Cada título viene acompañado por una nota: grande, muy grande o enorme. Este último es el adjetivo que acompaña Les Misérables, insertado en la etapa de entre los 35 y los 50 años.
La obra magna de Hugo es enorme en todos los sentidos: casi 2000 páginas escritas con un estilo inmejorable y rellenas de una sabiduría humana que me ha puesto cara a cara con preguntas fundamentales acerca del significado de la realidad, la verdad de la historia, la justicia social, la libertad, el lenguaje y un largo etcétera. Aprovechándose de los acontecimientos de la narración, Hugo pone sobre la mesa su saber enciclopédico y su profundo conocimiento del alma humana.
Los asuntos claves de nuestra existencia personal y social, de nuestra vida histórica y política, del hombre como animal racional, político y dotado de lenguaje, se vislumbran detrás de los rostros de Jean Valjean, el inspector Javert, el pérfido Thénardier o el idealista Marius. La enormidad de Hugo consiste en repartir el prisma humano entre todos sus personajes, para que cada uno de ellos exalte un color haciéndolo más visible. Yo he descubierto destellos de mi vida en cada uno de ellos.
La fuerza centrípeta que mantiene atados el hilo de la narración y las problemáticas existenciales que ésta genera es la esperanza. Los Miserables son una oda a la grandeza humana y una celebración de la esperanza como textura de la realidad. Sin nunca renunciar a las exigencias de la razón –cuyo redescubrimiento es el mérito fundamental de la revolución Francesa– Hugo reconoce que la razonabilidad última del ser humano, es decir el culmen de la sabiduría, consiste en reconocer que la providencia divina domina la historia dramática de nuestras vidas.
La historia humana está plagada de injusticias y la vida de cada hombre, por poco que uno se mire a sí mismo con sinceridad, está constantemente erosionada por las miserias de nuestras incapacidades: frente a cualquier ideal, el hombre antes o después cae bajo el peso de su nulidad. Amores traicionados, poderes corruptos, planes fracasados, ¿quién, pudiendo volver atrás, no modificaría algo de su vida pasada? No, querido Nietzsche, el hombre aunque aspire al super-hombre, es y permanece un miserable.
Y sin embargo el hombre no es el único protagonista de su historia: detrás de sus acciones, como significado último de todos nuestros intentos, está un destino bueno que no nos ahorra nada, pero que nunca nos abandona.
“En vano tallamos lo mejor posible ese tronco misterioso que es nuestra vida; la veta negra del destino aparecerá siempre.”
La razón humana ordena el caos, trae la luz ahí donde hay tinieblas, aclara y hace comprensible la realidad; es fuente de justicia, de bienestar, de progreso; la razón es el camino para un mundo mejor, es la clave de la liberté, égalité, fraternité. Hugo asume y transmite este legado de la revolución francesa: el orden humano es un orden racional, la razón domestica lo real y lo pone a nuestro alcance. Y sin embargo –befa divina– lo imposible y el imprevisto están siempre detrás de la esquina:
“No hay nada más inminente que lo imposible; lo que hemos de prevenir siempre es lo imprevisto.”
Y solo un imprevisto nos puede salvar, como testimonian sobradamente las vidas de Jean Valjean, de Cosette o de Marius. El imprevisto es cuando Dios mueve pieza y por un instante se vuelve protagonista absoluto de la circunstancia; rompe el tejido de lo consuetudinario para que podamos entrever la esencia misteriosa de lo real.
Explicación: