Castellano, pregunta formulada por ileanhernan8, hace 8 meses

a quien le dedica ruben dario la ninfa

Respuestas a la pregunta

Contestado por endervilladiego2006
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Respuesta:

Tal y como todos sabemos, la mitología clásica ocupa un lugar esencial en la

literatura universal. Si nos adentramos en este mundo, podemos descubrir fascinantes

variaciones que implican diferentes visiones sobre un mismo mito, lo que le otorga a

este mayor riqueza e interés. En este caso, hemos escogido la figura de la ninfa, que

cobra gran relevancia en tres cuentos hispanoamericanos: “La ninfa” de Rubén Darío,

“Las ménades” de Julio Cortázar y “Ana María” de José Donoso.

Antes de comenzar a analizar estos cuentos, queremos dar unas nociones acerca

los aspectos que singularizan a las ninfas para poder comprender mejor lo que se

hablará a continuación. En la mitología clásica, dichas deidades eran hijas de Zeus que

moraban en los campos, en los bosques o en las grutas. Siempre jóvenes, se

caracterizaban por su belleza natural y por su vinculación con la naturaleza. Además,

solían ser afables y gentiles, aunque en otras situaciones podían resultar peligrosas

(Villena, 2011:199).

Tras esta breve introducción aclaratoria, nos disponemos a presentar el estudio

de los textos. Se trata de tres cuentos que pertenecen a épocas diferentes: en primer

lugar, el cuento de Darío fue escrito en 1887 y forma parte de Azul, máximo exponente

del Modernismo. En segundo lugar, el texto de Cortázar fue recogido en su libro de

cuentos Final del juego, publicado en 1956. Finalmente, el cuento de José Donoso se

incluye en El charlestón, segundo volumen de sus narraciones que apareció en 1960.

Hemos elegido estos cuentos porque se sitúan en periodos diferentes y porque son

escritos por autores de diversas corrientes literarias. De esta forma, el análisis será

mucho más atractivo.

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Las diferencias entre estos autores aparecen, primeramente, en el tratamiento de

la figura de la ninfa. En el cuento de Darío, encontramos una versión clásica del ser

mitológico. Mario Rodríguez y José Manuel Rodríguez se percatan de este aspecto y

afirman que el autor, en este texto, ‹‹fija y consagra espléndidamente el arquetipo

griego›› (2008:197). Se puede comprobar en el siguiente fragmento:

Estaba en el centro del estanque, entre la inquietud de los cisnes espantados, una ninfa, una

verdadera ninfa, que hundía su carne de rosa en el agua cristalina. La cadera, a flor de espuma,

parecía a veces como dorada por la luz opaca que alcanzaba a llegar por las brechas de las hojas.

(

Explicación:

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