A que se llama videopolitica
Respuestas a la pregunta
La realidad evidencia que los políticos y la política no puede ser entendidos sin el papel que cumplen los medios masivos de comunicación y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), ya que la pantalla reemplazó de lejos al balcón, las cadenas mediáticas a los mítines, el bombardeo propagandístico al perifoneo, los portales web, blogs y los correos electrónicos a las hojas volantes y pasquines. Por eso, los políticos no pueden vivir sin los medios y las tecnologías, aunque despotriquen contra ellos todos los días o, en el mejor de los casos, abran otros a su medida.
La telecracia, videopolítica o la política digital (término propuesto por quien escribe este editorial) se caracteriza por la creación de una esfera o, dicho con mayor precisión, de un espacio audiovisual de ilusiones, donde a través de la producción y difusión de imágenes con grandes cargas emocionales, impactantes y que, en muchos de los casos, generan rupturas, la población se “engancha” con su candidato, quien desde la televisión, la Internet o la telefonía móvil es promocionado como un líder.
Se habla de producción de imágenes, porque el candidato es hecho como un producto, es decir con una marca, un eslogan, un logotipo, dentro de una plaza, con un precio, y con una estrategia de promoción… En definitiva, entra a competir a la percha electoral, gracias a la voracidad del marketing político. Por eso, se buscan eslóganes potentes, más que doctrinas e histrionismo antes que dosis de sabiduría; versatilidad antes que personalidad.
El espacio político, sobre la base de estas lógicas electorales y también electoreras, enfrenta al ciudadano común con el discernimiento entre el mundo creado por las imágenes y la realidad que enfrenta cuando acude al mercado hacer compras, reclama justicia, demanda buenos servicios, exige una mejor calidad de vida y, sobre todo, respeto y dignidad. Por estas razones, las demandas sociales son mayores que las estrategias de marketing político, ya que desde la televisión y la Internet no se puede maquillar la situación de los pueblos, cuando sí el rostro de los candidatos, sus trajes y hasta su falta de preparación para gobernar.