Historia, pregunta formulada por urbinagabriela21121, hace 3 meses

¿A qué se dedicaba Martín en el convento? Explica​

Respuestas a la pregunta

Contestado por wolftarea01
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A los 15 años, Martín de Porres entró en la Orden de Santo Domingo de Guzmán y se formó como fraile, pese a la oposición de su padre, un caballero de la Orden de Alcántara. Cuando ingresa al convento dominico de Nuestra Señora del Rosario se dedica a cuidar y cultivar los jardines, además de rezar y curar enfermos.

A pesar de sus múltiples representaciones, no se conoce su rostro con exactitud. Lo que sí se sabe son los milagros que lo llevaron a convertirse en santo. El hecho ocurrió el 6 de mayo de 1962, luego de que el papa Juan XXIII anunciara su canonización.

En un principio, la Iglesia Católica encarga a la Sagrada Congregación de Ritos evaluar al candidato. Antes de ser santo, primero hay que ser beato. Y para alcanzar la beatificación, debe haber realizado dos milagros comprobados de acuerdo con los procesos apostólicos.

El santo peruano falleció un 3 de noviembre de 1639. El papa Juan XXIII, que sentía una profunda devoción por él, lo canonizó el 6 de mayo de 1962 en el Vaticano.

San Martín de Porres fue un fraile de la orden de los dominicos. Fue, además, el primer santo mulato de América.

En el 2015, la historiadora Celia Cussen presentó el libro “Martín de Porres. Santo de América”, una publicación que nos acerca a una serie de eventos poco conocidos en la vida del llamado “santo de la escoba”. La autora cuenta cómo el culto por San Martín de Porres se fue expandiendo por el mundo hasta llegar a ser canonizado, casi trescientos años después de su muerte.

“En el siglo XIX, San Martín de Porres fue una especie de símbolo de la abolición del tráfico de esclavos y de la esclavitud, y en el XX fue como una persona que encapsuló muy bien las ideas de la opresión de los afro descendientes en América. Es así como justo en su canonización se le reconoce como el santo de la justicia social, de lo universal que es la Iglesia”, contó Celia Cussen en entrevista con El Comercio.

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