Ciencias Sociales, pregunta formulada por tibisayquintero20061, hace 10 meses

¿A que le llamaban los britanicos nuevo mundo?

Respuestas a la pregunta

Contestado por alissonvigo2008
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Respuesta:

espero ayudarte coronita porfis q tengas un lindo dia :)

Explicación:

¿A que le llamaban los britanicos nuevo mundo?

llamaban mundo nuevo cuando llegaban a un nuevo continente o lo descubrian

Contestado por luciaguastellap
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Respuesta: coronita plis

Explicación:

Con el sentido de lo esencial y de lo trascendente que la ha caracterizado desde sus remotos orígenes, la Iglesia se prepara, dentro del proyecto Arator, a conmemorar con una extraordinaria exposición, «Nuevo Mundo 1492-1992», el gran hecho del surgimiento del mundo americano, que tantas polémicas ha suscitado precisamente, acaso, por falta de haber penetrado más adentro en su verdadera originalidad y presencia. Lo va a hacer por medio de exposiciones artísticas, en las que los hombres de ese Nuevo Mundo van a dar su testimonio directo e irreemplazable del gran hecho histórico, todavía no bien comprendido.

La vasta y varia polémica que ha suscitado la conmemoración del 12 de octubre de 1492 refleja de manera elocuente la proliferación de puntos de vista diversos y las dificultades para comprender un hecho tan vasto, tan rico y tan complejo. Se ha llegado a los extremos pintorescos de no poderse poner de acuerdo sobre un nombre conveniente y aceptable para el gran hecho y se habla de «Descubrimiento» con cierto tono de culpabilidad arrepentida o de «Encuentro» con un innegable matiz de   —326→   hipocresía. Hubo «Descubrimiento», ciertamente. En 1492 los europeos toparon con una tierra que les era totalmente desconocida y allí comienza para ellos el difícil y no cerrado proceso de entenderla y asimilarla a su mundo conceptual. También comenzaron de inmediato infinitas formas de contacto, de mezcla y de yuxtaposición entre los mundos culturales que representaban los europeos, los aborígenes y, más tarde, los africanos. Lo que en realidad comienza allí, y continúa todavía cinco siglos después en su inmenso proceso de fusión y de innovación, es lo que con las palabras más sencillas los humanistas, tan confundidos en muchos aspectos, llamaron con gran acierto el Nuevo Mundo. El 12 de octubre de 1492 se inició la Creación del Nuevo Mundo, que continúa todavía hoy en esencial proceso de asimilación, pugna y fusión, como lo demuestran los conmovedores testimonios de esta exposición del Vaticano.

La visión utópica que está en la propia raíz de la gran novedad del pensamiento revolucionario no sólo nace de una falsa idea europea del indígena americano sino que, en un curioso viaje de regreso, va a ensayarse en tierra americana con una insistencia sorprendente y conmovedora. El primer obispo de México, fray Juan de Zumárraga, era lector atento de la Utopía de Moro, a la que veía como un modelo de organización política. En su tiempo surge la figura singular de fray Vasco de Quiroga, que no sólo ensaya en tierras de Michoacán un modelo de utopía social en sus hospitales-pueblos sino que se dirige, en un insólito planteamiento, a Carlos V para proponerle que dedique las nuevas tierras a la realización de la utopía para que no sean contaminadas con los vicios y los errores que habían marcado la historia del hombre en el Viejo Mundo.

La cristianización del Viejo Mundo, desde San Pablo a Carlo Magno, fue lenta y difícil. La labor misionera en los otros continentes ha sido una empresa tenaz y heroica pero limitada. En cambio, la cristianización del continente americano tiene mucho de asombrosa rapidez y eficacia. Es posible pensar que en una colonización a la inglesa las más avanzadas culturas indígenas y sus religiones hubieran podido subsistir y mantenerse como lo hicieron en Asia y en África. En cambio, en tierra americana la Conquista española logró el asombroso resultado de hacer de la inmensa mayoría de los indígenas parte viviente de la cristiandad. Durante el siglo XVI se logró hacer una sola espiritualidad de la variedad de las creencias indígenas. En muy corto tiempo los virreyes y gobernadores   —328→   dejaron de representar un poder político y espiritual extraño para entrar en la insólita situación de compartir las creencias fundamentales que traían de España para aquella nueva cristiandad que formaban las masas indígenas. Este hecho singular no ha sido visto todavía en toda su inmensa situación y consecuencias. La alteridad fundamental que ha dividido siempre al conquistado del conquistador se alteró en América al crearse entre peninsulares, criollos e indígenas una nueva y viviente comunidad cristiana. No fue un cambio de instituciones y de formas de gobierno sino una transformación profunda de la mentalidad y del espíritu de los conquistados. El virrey y el siervo indígena, en una generación, terminaron por compartir las mismas creencias y por sentirse sinceramente hermanos en Cristo, con todas las consecuencias políticas y sociales que esta situación implicaba.

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